miércoles, diciembre 15, 2010

... porque era mía

Ya no recuerdo la última vez que dejó de llover. Parece como si los días de sol pertenecieran a un pasado tan remoto que remitiera a otra época del mundo. En esta habitación hay goteras y el frío se cuela por todas las rendijas. No hay dinero para más y mañana tengo que seguir buscándote. Es como en esos dibujos para niños: yo detrás de ti y tú huyendo, siempre saliendo un segundo antes de que yo llegue. Imposible de alcanzar. Siempre lloviendo. Desde la ventana puedo ver el charco que lo abarca todo, gris, ondulante. Entre tanta agua he perdido la conciencia real del propósito de mi persecución. No sé realmente lo que haría si al salir de esta habitación te encontrara tras la primera esquina. Quizás matarte, aunque no estoy seguro de ello. Hace ya tanto tiempo. Nunca llegaste a entender que tu vida se terminó el día en que me conociste. Ese es tu problema. Tan fácil hubiera sido aceptarlo, quedarte conmigo y sentarnos todos los atardeceres en el porche a tomar limonada. Ahora, por tu culpa, por tu arrogancia, me veo obligado a esto. Y, como llevo repitiéndome desde el primer día, las cosas que se empiezan hay que terminarlas. Eso lo entiende cualquiera.




Escuchando: This is love - PJ Harvey

viernes, diciembre 03, 2010

Miedo

No puedo dormir porque sé que me vigilan. Cada vez que cierro los ojos veo a un hombre delante mía, con un pasamontañas, encañonándome con una enorme pistola y diciéndome que, por fin, me ha llegado la hora, que de una vez por todas voy a recibir lo que merezco. Me han asegurado muchas veces que estoy a salvo, que nadie sabe dónde me encuentro, que es imposible que den conmigo. Pero yo sé que se equivocan. Lo sé porque les conozco lo suficiente como para tener muy claro que nadie puede esconderse para siempre de ellos. Nunca hay salida.

Apenas salgo de casa. Sólo para ir a comprar al pequeño supermercado. Paso todo el día entre estas cuatro paredes, mirando por la ventana en busca de alguna señal extraña, de algún coche desconocido aparcado frente a mi puerta, de algún tipo mirando mi ventana desde las sombras. Cualquier ruido me hace temblar, subir a mi habitación y encerrarme dentro, como los niños cuando el miedo les visita. El temor me ha secuestrado.

Cuando te convencen no te explican esto. Todo son ventajas. No te cuentan que no sólo te roban tu identidad, sino que también se quedan con tu vida. Que a partir de ese momento vas a estar siempre vigilando tu espalda, desconfiando, aislándote de todo. Estás tú solo. El resto son todos enemigos. Porque ellos están ahí, seguro. Camuflados, acechando, esperando un momento de debilidad para vengarse. Y no se rendirán hasta que lo hagan. Es su credo, y nunca lo traicionan.

Ya sólo espero el momento en el que al abrir los ojos alguien me vuele la vida.



Escuchando: Bring the light - Beady Eye

miércoles, noviembre 17, 2010

Fascinación

Lo escribió con pintalabios en el espejo del baño. Fue un acontecimiento. Recuerdo que todas quisimos en ese momento haber tenido el coraje de escribir algo parecido. Lo supimos un poco antes, pero nadie fue capaz de evitarlo. Hubo carreras, gritos, pero nada se pudo hacer. Cuando el sol comenzaba a pintar de naranja las ventanas, su cuerpo apareció balanceándose en el vacío. Le encontré yo. En aquel pequeño cuarto junto al aula de dibujo. Fue casualidad. No me enorgullezco, pero la escena ejerció en mí una fascinación que aún no he olvidado. Aquel cuerpo, bello, joven. La cara amoratada con las hebras amarillas de pelo suspendidas en el aire. La falda de cuadros del uniforme. La cuerda, implacable, rodeando el fino cuello. No sé cuánto tiempo estuve allí, apoyada en el quicio, sin poder apartar la mirada, hasta que llegó alguien. A día de hoy no he olvidado ni un solo detalle, mantengo viva la sugestión que me produjo aquella escena, y aún no he podido traducir en palabras esa perturbadora sensación.




Escuchando: Pull out - The Soft Pack

lunes, noviembre 15, 2010

Vías

En las vías del tren no conocíamos nada. Era tan simple como eso. Llegar después del colegio y no regresar hasta que los vagones abandonados comenzaban a darnos miedo. Comenzar a ser libre. Piedras y hierros oxidados. El aire vertiginoso de los trenes nos hacía sentir los más fuertes del mundo. Fue por eso por lo que ocurrió, por esa confianza en la ausencia de límites. Los pies en equilibrio sobre un hierro tan pulido que puedo ver mis ojos sobre él. Gritos y palabras de autoafirmación. Excitación. Entonces un chirrido como mil uñas rascando un encerado. Un golpe contra las piedras y después un silencio pesado. Dos losas bloqueando los oídos. Todo quieto, como congelado. Andar entre los guijarros buscando dos y sólo encontrar uno. El adiós a una parte irrepetible de tu vida.




Escuchando: Disarm - Smashing Pumpkins

viernes, noviembre 12, 2010

Noches

Empecé a andar por las noches. Sin rumbo, sin esperanza. Aquellas calles heladas, desiertas, llenas de ausencia. Iba mirando las ventanas, descubriendo las pocas que tenían luz y pensando en las vidas de su interior. Desvelados, insomnes, noctámbulos. A veces, cuando me encontraba con una en los pisos bajos, me camuflaba entre las sombras esperando ver una silueta, una forma, un secreto. Y entonces imaginaba la historia interior de todas esas ventanas. Incomunicación, rencor, infidelidad. Esa soledad me llenaba de vida. Al tiempo comencé a diferenciar los silencios, los aromas, las corrientes, de los distintos barrios. No sonaba igual el silencio en los viejos muros de hormigón que en los apartamentos de techos altos. Ninguna historia es igual entre las sombras. La luz artificial enciende las fealdades de todo. Y en ese escenario me movía yo. Noche tras noche. Frío tras frío.




Escuchando: In the water - Sexy Sadie

miércoles, octubre 27, 2010

Sensaciones

En la cafetería no hay más de diez personas. Todas tomando su café con la cabeza gacha, como no queriendo mirar la vida. Al otro lado de los enormes cristales la carretera vacía, aún húmeda por la tormenta que acaba de barrer la zona. Tú fumas distraídamente, mirando los charcos de afuera. Llevas la vieja camiseta de Radiohead, el hombro al aire. Nos mueven las sensaciones, son ellas las responsables en todo momento. Y yo tengo ahora la sensación de que esa camiseta, de que ese flequillo negro, ya no me pertenecen. Las sensaciones mandan. Ni siquiera estás pensando en algo, estoy seguro. Simplemente fumas un cigarrillo tras otro. Ahora te miras las uñas, de un azul desvaído. El silencio lo envuelve todo, es pesado, viscoso. Debería hablar, pero una vez más las sensaciones no me dejan. Y oigo la arena goteando hacia la parte de abajo, marcando la cercanía del final que yo nunca quise pero que ya sé irremediable. Y ahora intento hablar, pero sólo muevo los labios, lentamente, como si pesaran. Entonces tú te levantas, te estiras la minifalda ocultando las bragas rojas y me das un beso en la frente. Tengo la sensación de que será el último.




Escuchando: Desaparecer - Los Planetas

jueves, octubre 14, 2010

Luces

Ya no somos las mimas personas. Ya no hay espejos rotos en el baño de las chicas ni vinilos de Nirvana girando una y otra vez. Veíamos la ciudad desde la colina con todas las lucecitas brillando y brillando. Yo no cogí su mano cuando me la ofreció, la tenía ocupada con una de esas latas de cerveza que trajo del extranjero aquel chico extraño. Y tú decías cada noche que nunca habría un grupo tan bueno como Sonic Youth mientras te subías al capó de los coches. Boca abajo sobre el césped húmedo llegamos a imaginar que algún día estaríamos en otro césped, bajo otras luces. Preferiblemente rojas. No, papá, es que me ha sentado mal la pizza. La última noche cogimos el coche de tu hermano y fuimos otra vez hasta la colina, sólo que esta vez no pudimos ver las luces brillantes, ni siquiera el césped. Sin duda, ya nunca seremos las mismas personas.



Escuchando: Calm like you - The last shadow puppets

viernes, octubre 08, 2010

Buitres

Paramos frente a la vieja central eléctrica, una isla al comienzo de una gran llanura desértica. Los cables cuelgan inertes de las ennegrecidas torres. M hace fotos mientras yo me siento en el suelo a ver a los buitres hacer círculos en el cielo. Después subimos al coche y, antes de continuar, discutimos sobre algo sin importancia. M se baja y comienza a andar rodeado de nubes de arena. Yo me quedo en el coche, pongo una casete de Smashing Pumpkins y me lío un cigarro. Al rato miro por la ventanilla y veo a M como un minúsculo punto negro en el horizonte. Arranco y pongo rumbo al pueblo. Echo un último vistazo y el punto negro ha desaparecido. Mientras acelero deseo que esta vez sea la definitiva, e imagino que al día siguiente el periódico trae una foto de portada en la que los buitres picotean el cuerpo inerte de M en medio de ninguna parte.



Escuchando: Do you know what I mean? - Oasis

jueves, octubre 07, 2010

Gominolas

Estaba el whisky con cocacola y también las gominolas de colores. Era cuestión de elegir. No se podía mezclar. Tú casi siempre escogías las gominolas, y aquello me fastidiaba horrores. Tu hermano me dijo una vez que tú nunca crecerías, que siempre serías una niña con coletas. Por la noche nos sentábamos en el banco del parque a ver pasar los coches hacia el descampado. Yo siempre supe que nunca iría allí contigo. Y lo asumí, sin más. Todos se burlaban, pasaban por delante de nosotros señalándome y riéndose. Pero yo lo asumí, yo estaba contigo. Toda la noche comiendo gominolas. No lo soportaba. Pero era mi apuesta. Yo estaba contigo.



Escuchando: Summer well - Interpol

miércoles, octubre 06, 2010

Septiembre

Septiembre dice adiós con las manos cerradas. Atrás queda el olor a coco de esa crema tuya y los pies manchados de arena. En realidad, yo pensé que estaría solo. Pero apareciste allí con tu toalla de rayas y la cabeza erguida. Yo hubiera preferido escuchar Stella was a diver and she was always down en mis cascos mientras veía a los niños chapotear en la orilla. Sin embargo, cuando giré la cabeza ya estabas allí, mirándome con esa mezcla de condescendencia y ternura tan habitual en ti. Y yo hubiera querido salir corriendo, coger el coche y escapar a una playa desierta. Yo, el mp3, mi libro y la cámara de fotos. Me falta valor, me lo decía siempre mi madre. Vuelta y vuelta sobre la toalla. Mezcla de sal y reproches. Y nuevamente esa mirada. El estómago del revés, maldiciendo ser un jodido cobarde. Horas, días, de pérdida de identidad. Septiembre se ha llevado mi yo. Septiembre me ha hecho morir por primera vez.



Escuchando: If you tolerate this... - Manic Street Preachers

lunes, octubre 04, 2010

Desierto

Todos hablaban del desierto. Del desierto y de chicas. Estaba aquella rubia que tanto me gustaba y a la que no me atrevía a decir nada. La miraba, eso sí, pero nada más. Debió pensar que era idiota. Hace poco supe que está casada, tiene dos hijos y vive en el desierto, en una caravana de esas. Es curioso cómo funciona todo. Yo seguí mirando y mirando. Una vez lo conseguimos, fuimos al desierto. Sol, arena y cerveza. Una hora después estábamos de vuelta, quemados, mareados. Ya no volvimos a hablar del desierto. Aún hoy nos queda arena en las zapatillas.



Escuchando: Money - Pink Floyd

viernes, octubre 01, 2010

Yoko

Odiábamos a Yoko Ono y nos poníamos gafas redondas. Fantaseábamos con alquilar un apartamento en el Dakota y emborracharnos todos los días entonando canciones. Todo era polvo y luces brillantes en la ciudad. Fue por aquella época cuando tu madre comenzó a mendigar por las calles. Nunca supimos que hacía con el dinero. Vivía en una casa de cien metros cuadrados, tenía tres coches…, pero nosotros le dábamos unas monedas todas las tardes. Sonaba A day in the life en los altavoces del salón cuando se escuchó el disparo. La vecindad se convirtió en un hormiguero. En un instante el jardín se llenó de gente observando las monedas salpicadas de sangre.



Escuchando: Zero - The Smashing Pumpkins

jueves, septiembre 30, 2010

Bordillo

Venías a casa por las tardes y te quedabas en la acera de enfrente, sentado en el bordillo. Jugueteabas con los pies, la cabeza gacha, y de vez en cuando levantabas la mirada hacia mi ventana. Yo, detrás de la cortina, fantaseaba con que eras ese chico de tercero, rubio, alto, tan guapo. Cuando volvía a asomarme y el sol comenzaba a marcharse, te ponías de pie y tonteabas con las piedras, cada vez más cerca de nuestra verja. Pero tú eras moreno, y siempre estabas solo, en el recreo, al salir de clase. Con la oscuridad engullendo las calles, volvías a bajar la cabeza y arrastrabas tus pies hacia la calle principal, hacia tu casa, sin levantar la mirada. Y yo volvía a pensar que era una lástima que no fueras popular y que llevarás siempre aquellos jerseys de lana en lugar de una cazadora de cuero y unas deportivas, así que siempre desparecías rápido de mi mente. Una tarde el bordillo se quedó desierto, y a mí me dio la impresión que toda la calle se había vaciado, que sólo existían mi ventana y el bordillo, nada más. Desde aquella tarde de verano, esta historia ha definido mi vida.



Escuchando: Paint it black - The Rolling Stones

martes, septiembre 28, 2010

Virtualidad

Enciende el ordenador y ahí está. Un correo electrónico con el destinatario esperado; el asunto, el de siempre. Todo el día fantaseando sobre qué contendrá hoy, qué palabras llenarán ese blanco. Comienza a leerlo con ansia, como si fuera el último mensaje que vaya a leer en su vida. No defrauda. Esta vez tampoco. Reflexiona entonces sobre lo fantástico de tener algo en casa que te espera, de que todos los días existan esas palabras en tu buzón, aunque sea virtual, aguardando para ser leídas. Letras que impulsan los pedales que mueven el día a día. Mientras da vueltas a cuál va a ser su respuesta, como va a superar la del día anterior, no puede evitar pensar que aquello es temporal, que más tarde o más temprano alguno de los dos perderá el interés, se decantará por lo material, por lo tangible. Así que decide, por primera vez, darle un título a su mensaje: La virtualidad del amor.

Pulsa el botón de enviar en el mismo momento en que una idea cruza su mente como una llamarada. Intenta detener el envío, pero es demasiado tarde, el mundo virtual no sabe de arrepentimientos. Y eso es lo que se ha instalado en su estómago como representante de un mal presagio. No espera contestación, puesto que nunca la ha habido la misma noche. Nada hasta el día siguiente. Así que si en los próximos minutos hay un mensaje suyo en la bandeja de entrada sabrá que se ha equivocado, que habrá malinterpretado otra vez.

La espera se hace eterna. Cada minuto que pasa es un triunfo, un alivio. Intenta centrar su atención en otras cosas, pero su mirada acaba siempre en el dibujo con forma de buzón mientras se pregunta si de nuevo ha ido más allá, si sólo ha creído lo que quería creer. Ya ha pasado casi media hora cuando se dispone a apagar el ordenador e irse a la cama con la sensación de no haber estropeado nada, quizás de haber acertado, cuando un sonido familiar resuena en el silencio del salón. Se acerca a la pantalla y ahí está el sobre cerrado, ése que por primera vez no quiere recibir. El asunto del mensaje destroza sus esperanzas: La desconfianza hacia la virtualidad.



Escuchando: The suburbs - Arcade Fire

lunes, septiembre 20, 2010

Objetivos del Milenio

Reunirse está muy bien. Y si es en Nueva York, rodeado de rascacielos y Starbucks, mucho mejor. Alojarse en un hotel de lujo, que te venga a buscar una limusina y te lleve por las épicas calles de la Gran Manzana al lugar de la reunión, no tiene precio. Y si allí te esperan cientos de cámaras y micrófonos que te hacen sentir un tío importante es ya el acabose. En realidad, el tema que se vaya a tratar en la reunión es lo de menos. Lo importante es volver a juntarse con los compañeros, con ese sentimiento de ver otra vez a los amigos tras el verano, charlar amistosamente con ellos, preguntarles que tal la mujer y ese hijo que estudia en el extranjero, reírse alegremente y palmotearse los hombros como jovenzuelos. Cuanto más rimbombante sea el lema de la parodia mejor que mejor, ya que así siempre se tiene la excusa de estar colaborando para mejorar el mundo. Así que si el título es Objetivos del Milenio, está totalmente justificado el desembolso económico que conlleva tanto coche oficial, hoteles de lujo, comidas y cenas con los alimentos más sofisticados… No en vano, están discutiendo entre ellos para salvarnos a todos nosotros, para reducir el hambre en el mundo, para que todos los niños tengan derecho a serlo, para disminuir la contaminación… Todo esto para 2015. Así que, agradecidos por su altruismo, por su firmeza para lograr una hazaña de tal calibre en sólo cinco años, es mejor que ignoremos y después olvidemos que durante los tres días que el grupo internacional de coleguitas está de excursión en Nueva York morirán 70.000 niños, la mayoría de ellos víctimas de la hambruna y de enfermedades prevenibles. Algunos dirán que es demagogia, pero no, no nos confundamos, la verdadera demagogia viste traje de dos mil euros, se aloja en hoteles de lujo y viaja por todo el mundo con sus amiguetes a nuestra costa. Quizás habría que plantearse otros objetivos para este milenio…



Escuchando: Death bells - Soulsavers

martes, septiembre 07, 2010

Tormenta

Me costó tanto decir aquellas palabras, que ahora me encuentro vacío, hueco. Sentado detrás de la cristalera, viendo como las gotas se estampan y comienzan su último descenso, no puedo formar una simple imagen en mi cerebro. De nuevo un lugar extraño, frío, sin ningún asidero. Días de extravío y pérdida ante mis ojos. Conforme el agua va arreciando, la visión a través del cristal se vuelve como una suerte de lienzo surrealista. Azules, grises, blancos, retorcidos, difuminados, rotos. Una cruel copia de mi realidad. A mi alrededor, protegido por los gruesos cristales, sólo se escucha el motor del mueble bar, un zumbido que tiene algo de animal agazapado. Como yo, oculto entre las sombras esperando que cese de nuevo el temporal, preparándome para comenzar otra vez el mismo ciclo, ese bucle que me atrapa desde el principio, desde la primera tormenta. Armándome de valor para volver a reunir las palabras.



Escuchando: Don't go down - Elliott Smith

martes, agosto 31, 2010

Berlín

Cuando la realidad se enfrenta con la imagen que uno se ha hecho de ella, la primera suele imponerse de un modo incontestable, a veces desconcertante. Uno se imagina todo lo que han vivido esas calles, la cantidad de recuerdos y horrores que se esconden en cada portal, en cada muro agujereado. Y siente que cuando pise esos adoquines, el corazón se le estremecerá, vivirá una experiencia demoledora, irreversible. Así que en el momento en el que te encuentras allí, de pie, contemplando todas esas señales que recuerdan el horror, y ves que nada ocurre, que es otra calle más, que los muros son muros y los portales son portales, como cualquiera, y eso es todo, comprendes que la realidad, aparte de no tener escrúpulos, es esclava del tiempo y su tiranía.



Escuchando: Barricade - Interpol

lunes, agosto 30, 2010

Relojes

Este reloj no tiene minutero. Tampoco segundero. Hace tiempo que ambos perdieron su sentido y se cayeron, como lo hacen las hojas cuando están secas; como lo hacen las cosas que ya no cumplen ningún propósito. Sé que sigues existiendo, que tus pasos continúan resonando en alguna calle, de noche, bañada por la tenue luz de las farolas. Pero yo no soy quien te espera ahora en las escaleras del viejo portal, leyendo una novela, dejando que el sol de agosto deje de picar la piedra. No tengo más interés en este mundo que recordarte; sin medidas, sin límite de tiempo. Abandonarse a tu pasado tiene un gusto dulce, un sabor a tarde de domingo en otoño, pero sin relojes. Porque yo ya no los uso, se les cayeron a todos las manijas, y no tengo intención de cambiarlos por otros. Mi tiempo será ya por siempre plano.


Escuchando: The racing rats - Editors

viernes, agosto 27, 2010

Cadillac

Qué estarás haciendo ahora, con tu camisa de cuadros y las viejas rayban. Cómo lucirá la luna sobre el Mississippi mientras recorres sus límites al volante del viejo Cadillac rojo. El mismo coche con el que nos escapamos a Las Vegas y prendimos fuego a nuestra juventud. En realidad no sé qué aceras pisarás ahora, o si por fin has decidido alquilar aquel pequeño estudio en Tucson con el que estabas obsesionado. Puedo verte sentado ahora junto al mostrador de la tienda de discos de Andy, abrumándole seguro con tus palabras sobre cómo debe sonar un buen blues después del Katrina. Las botas de espuelas siempre te han sentado mejor que a nadie, y también has sido único clavándolas. Nunca montaré un único caballo, decías mientras jugueteabas con el cigarro entre tus labios. Eran días de sol ardiente y polvo en suspensión. En tus promesas no cabía nada más allá de un buen whisky y un solo de guitarra. Probablemente ahora continúe el whisky, y también el polvo, pero no creo que sigas prometiendo algo.



Escuchando: Algunas plantas - Love of Lesbian

lunes, julio 19, 2010

León

A la vez que la ciudad estalla en millones de rayos de sol me dices Estoy muerta de miedo. Yo te echo el brazo por encima y pienso en que si esta ciudad no existiera habría que inventarla. Me siento como un fiel escudero; con lanza pero sin escudo. Y el tiempo pasa tan rápido. He aprendido a hacer figuritas con cualquier tipo de papel. Igual creo la típica pajarita que armo un rinoceronte con su cuerno incluido. Así que tengo la casa que parece un zoológico. Muchas te las doy a ti y te digo que estoy creando un ejército para que te defienda en las noches más tristes. Tú sonríes, y yo hago una muesca más en mi revólver. Me das un beso en la mejilla y me devuelves un león mientras dices en mi oído Yo ya tengo un rey.



Escuchando: El gran poder - Sr. Chinarro

martes, junio 29, 2010

Seres

Todos hemos querido ser lo que no somos, y viceversa. Ya no me acuerdo de los veranos, ni del reflejo del sol en aquella chapa tuya que siempre llevabas en las camisetas. Ahora soy muchas cosas que no quise ser. Y ha habido renuncias duras y otras peores. Porque renunciar termina por ser una costumbre. Es una gran verdad que la primera renuncia duele, pero luego todo acaba entrando y se termina por mirar con recelo –envidia disfrazada- a aquél que decidió plantarse. En un tiempo soñamos con ser auténticos y decadentes, ahora sólo tenemos lo segundo, que sin lo primero deja de tener gracia. Triste es pensar que todo aquello no vuelve. Hastío y retrovisor es lo único que queda. Ya, por no verse, no se ven ni chapas tan bonitas como la que tú llevabas.



Escuchando: Bling - The Killers

viernes, junio 25, 2010

El yo

Porque contar historias en tercera persona es mucho más cómodo, y también mucho más cobarde. Porque esconderse detrás de una máscara y un nombre es el perfecto refugio. A veces pienso que se trata de vivir distintas vidas, pero, en realidad, va de poder decir aquello que no puedes decir cuando hablas en tu nombre. Así que no son historias de otros, no es un punto de vista despegado de francotirador. No, soy yo en cada letra, soy yo en cada imagen y en cada adjetivo que sobra. Escribir es soltar lastre, y ese peso siempre es tuyo, aunque lleve otro nombre y vista otra ropa. El yo es el yo aunque lo disfraces de él.



Escuchando: La Costilla - Niños Mutantes

jueves, junio 17, 2010

Presión


Hacía calor ya. Los surfistas habían empezado a llegar y todo comenzaba a llenarse de niños jugando por la calles. Aquel verano fue el primero en el que no ibas a venir. Cuando lo supe estuve toda la tarde encerrado en mi habitación oyendo una y otra vez la misma canción. Fue mucho para mí. La presión puede llegar a ser una cuerda atada a tu cuello a la espera de que alguien la tense. Pasó mucha gente por allí y yo no le dirigí la palabra a nadie. La boca cerrada, la cabeza gacha. Tienes los ojos tristes, me dijo alguien que no consigo recordar. Un estupendo resumen, pienso ahora. Fue por aquel entonces cuando murió aquel chico. Se lo tragó una ola y todo se llenó de periodistas, con sus cámaras y sus micrófonos. Tú no estuviste para verlo y, en cierto modo, yo tampoco. Ya fue otro el que comenzó a recoger las hojas secas del jardín.


(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Fly as you might - Julian Plenti

lunes, junio 07, 2010

Aeropuerto


Y si se diera la vuelta, saliera del aeropuerto y volviera a su apartamento. Quizás huir, porque es de lo que se trata en realidad, no sea la solución. Enfrente, el ventanal uniforme que lo rodea todo. Pájaros de metal como mensajeros de un nuevo futuro que nadie ha dicho que vaya a ser mejor, pero sí diferente. En el móvil sigue sin haber ningún aviso. Una excusa menos. En la pantalla de salidas, dos letras y cuatro número en los que está cifrado el futuro. Indescifrable. Incierto. Todo el mundo parece seguro a su alrededor. Andan decididos, con prisa, inmersos en su burbuja. En el móvil sigue sin haber nada. Y continúa sin saber qué hacer. Se repite que no es huir, que querer algo mejor es algo más que una huida hacia delante. Pero, en el fondo, desea que cuatro escuetas líneas en formato sms le digan lo contrario. Que es una cobarde, que las cosas no se arreglan así, que ya es hora de madurar. Pero no llega, y el último aviso es definitivo. Es ahora o nunca.


(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: We are all animals - The Rakes

jueves, mayo 27, 2010

Zueco


La única vez que he salido al extranjero fue hace muchos años, cuando no era más que una niña. Fue a una ciudad del norte, y sé que estuve allí sólo por las fotos. En una de ellas estoy dentro de un enorme zueco amarillo con cara de agobio. En realidad, siempre he dado la impresión de estar agobiada, desde que era pequeña. Ahora también. S pone un dedo en mi entrecejo y me dice que ahí es donde reside el problema. Que es en ese punto donde se acumula todo ese sentimiento. Está muy en el centro, me dice, Va a ser difícil que consigas sacarlo de ahí alguna vez. Yo no he perdido la esperanza, pese a que mis cejas cada vez se pueblan más.


(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Julien - Placebo

miércoles, mayo 26, 2010

Cat


Me contó S el otro día un sueño que había tenido. Estaba meando en los baños de un pub y al salir allí estaba Cat Power esperando su turno. Me explicó que iba vestida totalmente con un traje de neopreno negro, como el que llevan los buzos, pero sin la capucha. Él cree que le quedaba muy bien, que le favorecía mucho. Ella le dijo Tienes ojos tristes, a lo que contestó enrojeciéndose hasta que las mejillas le ardieron. Después él dijo ¿Sabes tú que cada segundo se enamoran un millón de personas en el mundo?. Y ella Tú no has escuchado ninguna de mis canciones, ¿verdad? Y fin. Me explicó entonces que el dato era real, que lo había leído en una revista científica que compró una madrugada de jueves en una tienda de chinos. Yo le dije que me parecía exagerado, que esa cifra tenía que estar equivocada. A lo que contestó, con una mueca traviesa, ¿Sabes?, quien estaba equivocada era Cat, a mí me encanta The Greatest.


(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Unbalanced pieces - Soulsavers

martes, mayo 25, 2010

Futbolín


S está de acuerdo conmigo en que hablar de amor no tiene por qué ser algo de romanticones gilipollas. Él cree eso y también que hablar de fútbol no es de cazurros sin dos dedos de frente. Yo ahí tengo mis dudas. Las tardes que jugamos al futbolín, él dice que ese juego es una representación casi exacta de la vida, pero a escala. Es lo de siempre. Le dejo hablar mientras le goleo. Después se pone triste, muy triste. Tanto que parece que algo le va a explotar dentro. Es difícil porque no habla, parece como si lo fuera a echar todo a perder. Cada vez le dura más tiempo. Nunca he pasado tanto miedo. El corazón en la boca, lo llama él. Siempre está hablando de amor, y yo estoy segura que ése es el problema.


(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Hate - Cat Power

lunes, mayo 24, 2010

Paracaídas


Puede que la idea inicial no fuera esa, que se nos acabara yendo de las manos. Pero quién puede predecir esas cosas. Yo simplemente me lancé y dejé el paracaídas arriba. Y no lo eché de menos. Hay golpes y golpes. Es mentira que desde esa altura todos maten. Yo estoy viva, ¿no? Pues ya está. El otro día lo comentaba con S, y él también se ha caído muchas veces, pero con paracaídas. Y no es lo mismo. Dice que sí, pero no lo es. Lo dice para tratar de equilibrar la balanza. Él siempre ha tenido que ser el que más. El que más sufre, el que más llora, el que más ríe… Yo de personalidades sé un rato, y ésa es la suya. Sabiendo eso, se puede hablar con él sin ningún problema de raíces cuadradas o de por qué no podemos respirar debajo del agua. Él dice que no me dolió porque soy muy fuerte, pero yo sé que no fue por eso. Yo sé que hubo un colchón en el suelo. Y que lo puso él.


(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Soldier on - The Temper Trap

jueves, mayo 13, 2010

Números


A las seis de la tarde, como todos los días, Ana sale de su casa en el centro y se dispone a cumplir su tarea. Es simple: con una tiza de color verde va pintando por la acera cuatro números. No hay una distancia fija entre los lugares en los que se para a dejar su particular firma. Simplemente se deja llevar por su pulso. Después, cuando considera que la jornada ha terminado, vuelve sobre sus pasos observando cómo la gente saca a pasear su curiosidad. Le gusta ver cómo suman, restan, tararean los números en busca de un significado, de una razón que dé sentido a esas cifras. Piensa en las múltiples interpretaciones que hacen y eso le hace sentirse bien. La imaginación y la curiosidad podrían gobernar el mundo. Ella está segura de eso.

(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Lights - Interpol

miércoles, mayo 05, 2010

Knicks


El hermano de una de las pocas personas que conoce en la ciudad es el jefe de seguridad del Madison Square Garden, así que ve casi a pie de cancha todos los partidos que los Knicks juegan allí. Esa noche, después de ver la victoria de su nuevo equipo favorito, recorre de punta a punta la isla en el metro pensando en un documental que vio sobre como en Tokio, en la hora punta, la gente va al trabajo en metro como si fuera ganado. En las imágenes se podía ver cómo los últimos en entrar al vagón acaban con la cara empotrada contra el cristal al cerrarse las puertas, empañando el vidrio con su respiración. Aunque pudiera pensarse lo contrario, no todo el mundo parece agobiado. Pese a que hay personas que da la impresión que van a desfallecer de un momento a otro por la falta de aire, hay otras que consultan su móvil, leen un libro o toquetean su mp3 sin apenas espacio para despegar los brazos de la cintura, como si hubieran conseguido abandonar su cuerpo en ese enjambre de unidades sudorosas y elevar su espíritu hasta la superficie. La admiración que le generaron esas personas al otro lado del mundo es sólo comparable a la envidia que siente al ver a los jugadores sobre la cancha del Madison Square Garden.

(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Formentera - Niños Mutantes

lunes, mayo 03, 2010

Reinicio


Aquí no hay televisiones. Al menos en la zona donde yo vivo. Así que se mata el tiempo mirando el horizonte. No creo que los haya mejores en ninguna otra parte del mundo. Tampoco he comido pasteles tan buenos. Y sí, hace frío. Aquí esa palabra tiene otra dimensión, y eso me gusta. En general, en este sitio todas las palabras tienen otra dimensión. No es fácil de explicar, pero se siente. Cuando el horizonte se pone oscuro, entro en casa y veo películas de cine negro. Esa es mi vida aquí. Ni más ni menos.

He dejado de ser una persona normal. Me explico. Sí que soy normal pero no en el sentido de rebaño. Trabajo en mi pequeño huerto, visto la ropa que se me antoja en cada momento, organizo la vida que más me interesa y bebo vino cuando tengo ganas. Es una manera de resumir que ya no me tengo que embutir en mi traje de chaqueta a las ocho de la mañana, sumirme en un atasco apocalíptico durante una hora, dedicar otras ocho diarias de mi vida a una actividad que aborrezco y que me sume en el tedio más abominable, y llegar a casa con el sol sobre la espalda, pintado de gris y con la sonrisa al revés.

El día que se lo expliqué a Mona no lo entendió. Para ella los rebaños son sólo de ovejas. Así que me costó mucho hacerle entender cómo hace la pena para meterse en tus huesos e irse soldando a ellos un poco más cada atardecer. Creo que la imagen que se hizo en su cabeza fue tremendamente ajustada a la realidad. Ella vio zombis caminando en fila, arrastrando los pies y con la mirada fija en el suelo, atravesando caminos lúgubres de su casa a un enorme edificio de espejos. Ocho horas después, desandar el camino y encerrarse de nuevo en una mazmorra. Me pareció una adaptación brillante.

(Texto y foto por Trapi)

Escuchando: Please please please - Shout out loud

lunes, abril 26, 2010

Pragmatismo

Marcos se sienta como cada mañana ante su amplia mesa de despacho, dando la espalda a un gran mirador que domina la ciudad. Frente a él, una montaña de folios agrupados por ejemplares. Hace tiempo que esa imagen dejó de agobiarle. Antes sí lo hacía, cuando tenía que leerlos todos. Él, que odia leer. Así que ha ideado una forma mucho más inteligente y, a la vez, más justa de hacer su trabajo. Es un sistema, una ley, irrenunciable. Toda aquella novela cuyo primer capítulo tenga más de tres páginas no es digna de ser publicada. Así que el número acaba reduciéndose tan notablemente que a media mañana ya está en el bar de abajo tomándose un buen pincho de tortilla con su caña correspondiente.


Escuchando: Talk tonight - Oasis

miércoles, abril 14, 2010

Dientes de soledad

En realidad el andén no es muy distinto de todo lo demás. Quizás sea esa pintura gris, tan impersonal, tan fría. Pero la sensación es la misma que fuera, donde los altos edificios dominan el paisaje y los coches aúllan por las amplias avenidas. Y también en esos oscuros y cómodos cafés en los que el olor hipnotiza y anestesia. Ese agujero en el estómago, ese vértigo continuo. Sentirse extraño en cualquier lugar, sentirse solo. Llegar en busca de que la vida comience de nuevo a andar, pero darse cuenta que todo permanece detenido, que nada arranca. Ni un solo camino nuevo. Nada en lo que abandonar al fin la ansiedad. No aparece ninguno de aquellos escenarios que te dibujaron cuando la vida aún fluía. De modo que el tiempo es una línea continua, sin curvas, sin saltos. Todo está amortiguado. La ciudad te devora con sus dientes de soledad mientras el único remedio que te queda es seguir esperando lo inesperado.


Escuchando: Tunic - Sonic Youth

martes, marzo 30, 2010

Seguridad incierta

¿Recuerdas los días en los que corríamos por las calles? No había ataduras, ni futuro, sólo el cuarto de hora siguiente. En algún momento de aquellos días llegué a pensar que sí, que lo había conseguido, que tenía la fórmula. Y quizás tú también. Supuse que la seguridad es fruto del presente, del momento, que se atrapa y se apunta en una hoja de papel con tinta negra, que se lleva en el bolsillo para siempre como fruto de la conciencia de creerse vencedor. Pero al final siempre acaba lloviendo, diluviando, convirtiendo la tinta en ríos de de color noche imposibles de atrapar porque se escurren entre las manos. Seguridades licuadas por la percepción de que en realidad nada es nunca cierto.


Escuchando: Devil in the details - Placebo

jueves, marzo 25, 2010

Años

Antes nos lo pasábamos en grande con una simple rueda de metal y una vara para hacerla rodar. Ahora tienen todos esos cachivaches electrónicos con los que se tiran horas y horas… Su voz entonces se apagó por un momento, como soterrada por la certidumbre de que los años le pesaban en lo más profundo. Y no están contentos, dejó escapar en algo que más parecía un susurro que una frase. Entonces se irguió sobre el asiento y, con un gesto lleno de amor propio e impostada altanería, se secó la mejilla. No fuera a ser que su nieta le viera llorar.


Escuchando: Pace is the trick - Interpol

martes, marzo 09, 2010

Polvo

Cuando la tierra está seca –que es casi siempre- el polvo es el auténtico dueño. No hay hueco o rendija por el que no sea capaz de pasar, dejando todo cubierto de una fina capa incolora. Resulta difícil acostumbrarse a la idea de que tus pulmones se llenan de polvo a cada respiración y uno termina por estar casi todo el día agobiado, como mareado. Así que aquella tarde, esperando frente al motel en el parking desierto, cerré todas las entradas de aire e intenté respirar limpiamente en el interior de mi coche. El calor era insoportable, pero mejor que sentir el polvo en la garganta.

Acababan de dar las nueve de la noche cuando el sol se desplomó sobre las colinas con un ruido sordo. En la ventana ya brillaba una tenue luz. Pese a todas las precauciones, mi garganta ardía como las brasas. Di un trago a la botella de agua y ésta pasó por mi tráquea como si arrastrase con ella cientos de guijarros. Fuera del coche el viento había levantado cortinas de polvo transparente que ya comenzaban a posarse sobre la carrocería. Pensé que pronto tendría que dar los limpiaparabrisas para poder seguir viendo.

Quité la Biblia de encima de la pistola y rellené el cargador lentamente, disfrutando de la sensación una vez más. En los cristales se escuchaba un leve y continuo bombardeo, como si lloviera fino. Pero no era agua. La luz seguía encendida. Me acordé en ese momento de un perro que tenía en casa de mis padres. Era blanco y negro y no le gustaba el sol. Se pasaba todo el día metido en su caseta de madera y nadie era capaz de hacerlo salir. Cuando la oscuridad ganaba la batalla, comenzaba su jornada. Muchas noches, desvelado, le vi desde mi ventana enterrar las muñecas de la vecina.

La puerta se abrió y apareció el abrigo gris coronado por un elegante sombrero. Antes de bajarme del coche pensé que era una pena que, en cuestión de segundos, tan bonito ejemplar de ala ancha se fuera a ver arruinado por las manchas de sangre, barrido por el polvo enemigo. Quizás con un agujero.


Escuchando: El boxeador - Bunbury

lunes, febrero 22, 2010

Realidad

Que quede claro que dentro de muy poco tiempo, si es que no ha ocurrido ya, el circo mediático se irá a otra parte con su insoportable carga sensacionalista. Se irá y quedarán los trescientos mil cadáveres bien colocados a ambos lados de la calle. El foco se dirigirá a otro lugar menos incómodo, no vaya a ser que las lentejas sigan atragantándose durante mucho más tiempo a las tres de la tarde frente a la televisión. Porque, de ser así, habrá que empezar a poner otro canal en el que nos sirvan bien envuelta la realidad en paquetitos de regalo perfectamente manufacturados. Y eso sí que no. El negocio es el negocio, y si hay que reestructurar la realidad, se reestructura. Con las cámaras a otro lugar, a ser posible a una nueva catástrofe. El dolor es un valor seguro, siempre y cuando se sepa cuándo hay que parar. Porque saturar no es bueno, no vaya a ser que empiecen a ser incómodas esas imágenes tan desagradables de niños vagando por las aceras o gente matándose por un bocadillo. La realidad está muy bien pero a la hora de comer mejor me pones la Pasarela Cibeles.


Escuchando: Sweet disposition - The Temper Trap

lunes, febrero 15, 2010

Planes

¿Cuál era el plan maestro? Decía algo de perderse en la oscuridad, de doblar las esquinas hasta volverlas planas, ¿no es así? ¿Cuándo un plan ha funcionado? Yo no lo recuerdo. Hablaba de lluvia encharcando las calles, de edificios lavados hasta los cimientos, de calles desiertas esperando el milagro. Se escribió –creo- en una mecedora, mirando el agua caer al otro lado del cristal, frente a una chimenea. También incluía polaroids y cenas lentas, tardes de celuloide y solos de trompeta. ¿Pero cómo se organiza un plan? Estaba trazado a base de promesas, de citas trenzadas, de charlas organizadas geométricamente.

Pero falló, claro. Terminó como todos los demás. Como todos. Víctima de sí mismo, arruinado por su exceso de valentía. Tan ineficaz que a veces creo que realmente no existía.

En realidad, ¿cuándo ha existido un plan?


Escuchando: Serious - Richard Hawley

viernes, febrero 12, 2010

Autocompasión

Entristecerse no sirve de nada. Es sólo autocompasión. Lo dijo con tal desprecio que, por primera vez, supe que la distancia era insalvable. Mi primer pensamiento fue que había sido tan gratuito como lanzar una moneda al agua y esperar que algo cambie. Así que no dije nada y me quedé mirando cómo recorría las baldosas amarillas hacia la salida. Cuando la puerta se cerró, me vino a la mente la respuesta adecuada: de quien no me voy a compadecer es de ti.


Escuchando: Lisztomania - Phoenix

jueves, enero 14, 2010

Dependencia

La tristeza ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Muda, se ausenta, vuelve a aparecer, aprieta, ahoga, se relaja. Últimamente ha podido comprobar que ha decidido darle un descanso. Ni siquiera cuando apura las botellas de vodka aparece para agarrarle la garganta. Se vive bien pero, no hay que engañarse, la tristeza genera dependencia. Engancha de una forma extraña, como si uno necesitara hacerse un ovillo en un rincón para poder seguir adelante. Y él es presa de esa dependencia. Nunca la ha podido espantar y, en el fondo, sabe que nunca podrá hacerlo. Será su esclavo siempre, hasta cuando parezca que el momento es el adecuado, que todo marcha bien. Siempre estará escondida detrás de la columna esperando para dar su pequeña puntada. Así son las dependencias, traicioneras, testarudas, inteligentes.


Escuchando: You don't know love - Editors
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