jueves, diciembre 08, 2011

En esos días

Es precisamente en esos días libres, ociosos, en los que el tiempo se escapa lentamente, como no queriendo ocurrir, en los que tendemos a pensar que nada es como realmente planeábamos que fuera. Quizás no mejor ni peor, pero sí diferente. Ni las calles ni el ambiente es el que esperábamos, pero tampoco lo es la compañía, más aún si ésta es la soledad. Pasear de la mano de ella, en días como esos, puede poner al límite del aguante a cualquiera. Porque es en esos días, y no en otros, en los que uno conoce la verdadera dimensión de su espacio en este mundo, y de la mano de ella el espacio es tan grande que entran ganas de meterse en un cafetería llena de gente para que ocupe esos lugares vacíos, que elimine ese vértigo creciente. Es una solución temporal, claro, pero necesaria en días como esos. Y uno contempla con toneladas de envidia en su interior como el espacio alrededor de los demás es inexistente, mientras que evita mirar a los lados para no tener que volver a asustarse de la ausencia que le acompaña. El otro día –y no fue un día de esos, claro- un amigo me dijo que gente como yo éramos víctima de un síndrome denominado horror vacui, cuyo nombre habían cogido los psicólogos prestado del mundo del arte para explicar la naturaleza de dicho síndrome. Yo le dije que no, que para que eso fuera cierto, al menos en mi caso, yo debería de ocupar todas la horas de mi vida intentando rellenar esos huecos que me rodean y me aíslan. Y no es el caso. Pero, en fin, en días como esos, en días sin nada por delante ni por detrás, es cuando uno filosofea con lo que no debería y juega más de la cuenta a la ruleta rusa con sus sentimientos.



Escuchando: Sim sala bim - Fleet Foxes 

miércoles, diciembre 07, 2011

Malditas calles

Apenas puedo distinguir los límites de la ciudad, confundidos siempre entre esta bruma gris y pesada, asfixiante. Tanto tiempo aquí y, sin embargo, tan perdido. En búsqueda de algo que ni siquiera yo sé qué es. Una vez alguien -que ahora está hundido en las profundidades de mi alcohol- me dijo que en esta ciudad no hay calles sino laberintos. En esas calles donde hemos ganado y perdido amores, donde hemos bebido cerveza como si no hubiera un mañana, en las que hemos descubierto que los libros y las canciones siempre nos han mentido, ahora sólo podemos dejarnos llevar y esperar pasar desapercibidos en sus esquinas. Camuflarse es sin duda la mejor manera de hacerlo. Uno no desaparece ni está, se encuentra en un limbo desde el que no hiere pero tampoco es herido. Quizás esa sea la única manera de no salir nunca más del laberinto. Porque, al fin y al cabo, quién quiere realmente hacerlo.



Escuchando:  The death of you and me - Noel Gallagher

jueves, noviembre 17, 2011

Tan oscuro

Está todo tan oscuro que a veces ya ni me acuerdo. Todo, absolutamente todo, ha perdido el color y, en realidad, ha dejado de importarme. Ni siquiera existe ya un tú que alivie las horas. Simplemente están vacías y yo ya no me percato de ello. Todo tan oscuro y tan cerrado a la vez. Tan ordenado. No hay espacio para la improvisación. Ese tú que existía, ese tú sin nombre y sin cuerpo, bajó la persiana definitivamente. Y aquí está todo tan oscuro. Ni siquiera un amago de la vieja melancolía. Antes tenía miedo de sacar la cabeza, no fuera a ser que me acordara de ese tú que antes sí existía y no fuera capaz de volver a ocultarla. Ahora ya no hay miedo, desde el momento en que ya no hubo más y si hoy apareces, y si es el día, y si hoy no vuelvo a estar solo en este sofá, y si hoy por fin paseo de la mano de alguien, y si hoy es el día en que desaparece para siempre esta puta oscuridad.



Escuchando: The drugs don't work - Covered by Ben Harper

martes, noviembre 08, 2011

Fuegos artificiales

Acababas de regresar y desde la colina podíamos ver toda la ciudad. Las luces amarillas llenándolo todo. Me daba miedo preguntarte, desencadenar algo que quizás estuviera mejor oculto.  Así que permanecí callada, mirando de reojo el perfil de tu cara, sin una expresión definida. Los fuegos artificiales comenzaron a centellear y la vista de la ciudad adquirió un tono futurista. Una luna multicolor. Nuestro silencio permanecía inmune a las explosiones. Metiste la mano en el bolsillo de tu gabardina y sacaste la pistola. Dejaste caer el brazo y el arma brilló por un instante. Tu mirada perdida en la colección de edificios. Entonces la soltaste, con suavidad, simplemente abriendo la mano, como el que permite escapar a un pájaro para que vuelva a volar. Cuando tocó el suelo, el último racimo de colores llenó la noche, permaneciendo unos segundos antes de disiparse dibujando una lluvia de estrellas. Quedó entonces un silencio tan definitivo que se convirtió en dolor.



Escuchando: Re-wired - Kasabian

lunes, octubre 31, 2011

Arizona

El problema es que no teníamos plan B. Ni C. Supongo que, con la ignorancia de aquellos tiempos, pensamos que duraría, que el final no existe. Pero todo es como esas carreteras que recorren llanuras inacabables, que superan una y otra vez el horizonte, hasta que terminan. En algún punto se acaban. Nosotros las recorrimos todas, a la máxima velocidad que nos permitieron nuestros corazones. Hasta que explotaron y el silencio se pudo escuchar a lo largo de toda la llanura. Luego, plantados en mitad de aquella extensión árida. Perplejos. Sólo bolas de espino y arena. No había ningún plan. Ni conocíamos las instrucciones. Así que esperamos a que nuestros pies echaran raíces. Y ahí nos quedamos, en nuestro metro cuadrado de arena. Sin mirarnos. Aislados el uno del otro. Ciegos. Sordos. Mudos. Sin rencor.



Escuchando:  Your hand in mine - Explosions in the sky

viernes, octubre 28, 2011

Querer no es poder

Caminas despacio, con esa forma tan tuya de hacerlo, como si levitases. Yo te observo desde la cama, tu figura enmarcada por las cortinas. Fuera los copos de nieve caen como si fueran hojas en otoño. Me esfuerzo por recordar cuál fue la primera vez que te vi, pero no consigo que la imagen acuda a mi memoria. No eres una más y lo sé, pero uno no cambia de la noche a la mañana; a veces, no lo hace nunca. El humo de tu cigarro asciende hasta dibujar en el techo algo que yo distingo como un dragón. Tu tatuaje partido en dos por el tirante de la camiseta. Quisiera colocarme en el centro de la balanza, recordar tu nombre, tener claro esta vez si tú también vas a salir por esa puerta o no. Pero querer no es poder. Querer es otro trago más de ginebra. Querer es otro viaje más a ninguna parte.



Escuchando: I'm Jim Morrison, I'm dead - Mogwai

lunes, octubre 03, 2011

Pérdida

Todas las tardes suena la misma canción en el viejo tocadiscos que se muere día a día sobre la polvorienta estantería. Se me escapan las horas entre los dedos. Intentando detenerlas. Incapaz de disfrutarlas. Este olor; esta sensación. El miedo. Por primera vez. Tan real que duele. Todas las tardes. Por primera vez la pérdida, presente como la mayor enfermedad del adulto. El miedo a sufrir pérdida. Todas aquellas tardes. Duele. Rechazo al transcurrir. Pasito a pasito cada día hacia el sentimiento de desamparo. El otoño existe y esta luz cegadora desaparecerá entonces. Es extraño pensar que todo aquello ha quedado atrás. Ahora, tan lejano. Es tan breve ese tiempo, la luz que se nos permite. El instante apenas disfrutado. Imposible de atesorar. Imposible.




Escuchando: The cross that stole this heart away - Micah P. Hinson

miércoles, agosto 31, 2011

Sin futuro

-¿Recuerdas lo que me costó aceptar?-dices, aún de espaldas, mirando a través del cristal los edificios recortados sobre un atardecer rojo, como en llamas. Lo dices dejando arrastrar las palabras, como si en realidad te pesaran mientras las dejas caer. Aquellos días ya conocíamos las consecuencias pero ahora ya las estamos viendo. Todo este tiempo ha sido un correr con la conciencia clara de que nos atraparían. Nunca miramos hacia atrás, como si al no hacerlo buscáramos ese resquicio, una suerte de milagro que desviara el guión escrito de antemano. Pero tú y yo sabíamos que no quedaba esperanza y pese a todo continuamos. Firmes, decididos, retando a un futuro que no era nuestro. Ahora tu espalda al aire me recuerda que mañana ya no saldrá el sol para nosotros. Siento ganas de comenzar a correr, de cerrar los ojos y alejarme todo lo que pueda. No parar hasta que no quede más horizonte. Pero sé que me pararía y buscaría tu mano, ausente ya entonces, y comprendería lo que ya debo asumir. Que el presente ya no se escribe con nuestros nombres y que el futuro no los tiene en sus listas. La diferencia, pienso mientras me dirijo a la puerta, es que en su momento a mí no me costó tanto aceptar.




Escuchando: Find them empty - Woods

jueves, julio 14, 2011

Ellos

Alguna vez los has visto, estoy seguro. Vestidos con sus túnicas negras, sin apenas tocar el suelo. Están siempre, acechando, de noche. Y aquí hace tanto frío. Baldosas heladas. Sentado tras las cortinas. Esperándolos. Esperándote. Tanto tiempo entre estas cuatro paredes. Ellos están fuera. Lo sé. Lo saben. Siempre pasos en las escaleras. Apenas un repiqueteo de talones de metal. Escuchan. Espían. ¿Dónde estarás? Quizás también contando los destellos de una farola contra el cristal. Así se escurre el tiempo. Las noches. Tan solo. Tan solos. Finalmente caeremos. Lo conseguirán. Todo será un recuerdo atado a aquel lugar: árboles perlados de nieve contra un azul espectral. Que ellos no te vean.




Escuchando: Ready to start - Arcade Fire

miércoles, julio 06, 2011

Olvídate

No es la primera vez que intento llorar sin conseguirlo. Apenas puedo recordar la sensación. Ahora todo esto es desconocido y sólo los más fuertes salimos adelante. Edificios grises, sin ventanas. Calles abandonadas, agujereadas. Yo siempre te quise tener y en realidad nunca te tuve. Por ese sueño pegué, robé, corrí más rápido que nadie. Tu cara tatuada en mi memoria. Pero eso ahora es tiempo que se desliza por el sumidero. Una vez tecleado sólo hay que esperar a que haga su afecto. Ahora ya no me hace falta correr, a mi paso sólo hay sombras y miradas escondidas tras los tablones. Una vez me escribiste que la vida nunca nos da lo que de verdad queremos. Poco después llegó el humo y las palabras dejaron de importar. Los recuerdos van a desaparecer del todo de un momento a otro y yo ya no voy a poder agarrarme a ellos aunque quiera. Entonces, todo lo que fuiste no será más que parte de ese polvo en suspensión que lo inunda todo. Y no puedo negar que me alegra.




Escuchando: Staircase - Radiohead

miércoles, mayo 25, 2011

Fuego

Fuera está empezando a llover fuego, puede que sea la última vez que nos veamos, le digo. Ella se acurruca contra mi pecho y acompasa su respiración a la mía. Eso no va a pasar, contesta. En esa habitación tan fría pienso en las veces que creí que nunca volvería a ocurrir. Y no logro recordarlas todas, aunque fueron muchas, de eso estoy seguro. Entonces se levanta, desnuda, y se acerca a la ventana. Tras los cristales, fulgores rojos contra un inmenso paisaje metálico. Su figura, ante tal contraluz, se parece a la viñeta de un comic. Sabes que todo tiene su final, digo mientras concentro la mirada en su espalda intentando que se gire y me mire a los ojos. Pero no, continúa rígida con la vista clavada en los destellos flamígeros que llenan la habitación de extraños reflejos móviles.

Mientras rodeo su cintura con mis brazos intento pensar en cómo será la sensación, cuál es el sentimiento que le asalta en ese momento. Siempre ha sido igual. Vacío. Insensibilidad. Tarda poco en desprenderse de mi abrazo y esconderse en el cuarto de baño. Frente a mí, las moles de acero rodeadas de oscuridad y fogonazos que pintan de rojo la noche iluminada. Todo arde sin quemarse. Hace tiempo que perdí la esperanza y me admití como soy. Pocos son los que recuerdan cómo era todo antes y desde que me lo contaron avanzar ha sido difícil, carcomido por la culpa y el sinsentido. Desde el baño llegan sus palabras, lentas, con una cadencia que me es familiar. Siempre va a ser imposible, ¿verdad? Sé la respuesta, la he sabido siempre, desde el principio. Invariable, inflexible.

Al cerrar la puerta quiero la sensación de oportunidad perdida. Pero eso no está hecho para mí. Ser despreciable y esquivo. Ya en el portal, las calles llenas de árboles en llamas. Soy el agua que todo el mundo quiere. No soy de nadie.




Escuchando: If you wanna - The Vaccines

martes, mayo 10, 2011

Volver atrás

La conocí cuando el desgaste aún no había hecho mella. Cuando aún sonreía sin razón y ponía esa mueca de ingenuidad ante cada problema, como queriendo decir. Aquella chica se quedó allí, en aquella gran ciudad, en sus plazas y en sus bares, mirando fijamente, siempre a los ojos, generosa y divertida. Se perdió en la inmensidad de sus calles. Y ya no queda ni la sombra. Tratas de evitarlo, te esfuerzas. Se te nota. Pero aquello que solías dar ya no está. Quizás te lo robaron; quizás se te agotó después de tanto regalarlo. Y hubo personas que no lo merecieron, que se aprovecharon.

“Si pudiera volver atrás, haría exactamente lo mismo”, me confiesa, sentados en el bar de la plaza.
“Quizás te fiaste demasiado. Le diste mucha confianza a quien no la merecía. Y te defraudaron. Yo creo que aquello te fue minando poco a poco. La decepción”, le contesto yo.
“Es cierto que el dolor te hace protegerte y que esa protección te va distanciando cada vez más. Pero, en el fondo, no se trata de eso. Es cuestión de principios y de cansancio. Me cansé, pero en realidad nunca he cambiado”.
“Yo siempre he recordado con cariño aquellos años en la ciudad. Tú tirabas de nosotros todos los días. En cierto modo eras el nexo que nos conseguía mantener unidos. Hasta que se rompió”.

Ella sonríe con tristeza, como si esas palabras dejaran libre un recuerdo que quería volver a tener pero que, una vez fuera, no tiene marcha atrás.

“Se rompió…”
“¿Qué cambió aquel último verano? ¿Por qué todo dejó de ser como había sido hasta entonces? Yo nunca he podido olvidar aquella sensación de pérdida".

Tus ojos entonces se clavan en los míos. Profundos como dos pozos. Y, por un momento, vuelvo muchos años atrás, a aquellas calles, al apartamento del tercer piso siempre lleno de gente. A aquel verano. Y deseo con todas mis fuerzas estar allí de nuevo. Sentir otra vez todo aquello.

Tu mirada se va ahora hacia la izquierda y se posa en un niño sentado en el suelo que juega con sus muñecos, ajeno a todo el movimiento que hay a su alrededor. El pelo negro, una camiseta de rayas.

“¿Sabes? Lo pasado, pasado está”.




Escuchando: Fly for a while - Sexy Sadie

miércoles, abril 13, 2011

Vukovar

Los amaneceres en Vukovar son limpios, transparentes. Parece imposible que aquí, no hace mucho tiempo, la maldad hubiera encontrado su sitio. Tú aún no eras mi sueño cuando yo escuchaba ese nombre en la televisión, siempre acompañado de la palabra guerra. Frente a mí están los agujeros en las fachadas a modo de negro recuerdo. Tú juegas a meter los dedos en todos los que encuentras y finges oír voces atormentadas a través de esa conexión. La voz de Jelena sí es real cuando nos cuenta como un soldado del ejército serbio violó ante sus ojos a sus dos hijas antes de cortarles el cuello. A ella la dejó viva, para que el resto de su vida pudiera recordar aquello. Su voz es firme, su semblante sereno, en paz. El silencio cae pesado en mi interior.

La barbarie aún retumba en las esquinas más recónditas de la ciudad. Tú y yo la escuchamos. Es claramente reconocible para los forasteros, no para la gente de aquí, que ha cerrado sus heridas lo más rápido posible pensando que han pasado por el infierno y han podido sobrevivir. El dolor ya no les preocupa, sólo el recuerdo de aquellos que perdieron, pese a que cada edificio, cada calle, cada trozo de cielo guarda la memoria de lo atroz. Las nuevas generaciones revitalizan poco a poco el espacio. Jelena dice ver cada noche las almas vagando por su barrio, buscando consuelo. Las mismas almas que aquellas frías noches de noviembre sembraron de rojo las calles y caminos. Jelena nos despide con un gesto amargo y una frase: sólo nos tenemos a nosotros mismos. Vukovar apaga los últimos rayos de sol de otro día más.




Escuchando: Beatles and Stones - Beady Eye

viernes, abril 01, 2011

Ernest

Después de certificar su tercer descubrimiento vital en los últimos cuatro meses, Ernest apaga la pequeña bombilla que ilumina su minúsculo laboratorio y cierra la puerta. Dentro quedan las probetas, los tubos de ensayo, el mechero Bunsen, las pinzas, la balanza… sumidos en el silencio más total. Qué curiosa metáfora, piensa Ernest mientras se sienta en la cafetería que está a la entrada del edificio. Saca un folio en blanco y se dispone a escribir otra carta a su amada Lorena:

Una vez más, y ya no sé cuántas veces he tenido esta sensación, me doy cuenta de lo inútil de mi trabajo. Quiero decir, sé que mis descubrimientos –y en especial el de hoy, del que ya te hablaré en otro momento- ayudarán a salvar vidas y, quizás, hagan evolucionar otras teorías que consigan salvar más vidas aún. Pero hace tiempo que eso no me llega. Reconozco ahora el error de mi elección. Por mi propia naturaleza y por las circunstancias que nos rodean. No es tiempo para humanistas ni para altruismos; ni yo, si te soy sincero, aprecié nunca estos valores. Me convencí a mí mismo –o me convencieron- en su momento de que debía aprovechar mis conocimientos para ayudar a los demás. Y tú dirás que fue una buena razón para elegir el camino que tomé. Pero te equivocas, no me convencieron en realidad aquellos razonamientos sino más bien la idea de que salvar vidas me haría un hombre reconocido, alabado, famoso. Me vi a mí mismo en lujosas cenas, en las portadas de las revistas más prestigiosas, ocupando minutos y minutos en los medios de comunicación. Qué terrible fue mi error.

Entenderás una vez más la profundidad de mi frustración. Soy presa de la contradicción más dolorosa: cuánto trabajo valioso, definitivo para la humanidad, y qué poco reconocimiento, qué poca fama. Ese preciado tesoro les es otorgado a los disolutos, a los despreocupados. Y lo más duro, mi querida Lorena, es que mi verdadera alma, mi auténtica vocación, pertenece a este grupo.

La ciencia, el trabajo sin descanso por los demás, son y han sido mi cárcel. Ahora lo veo claro. Ahora tengo la certeza de que nunca alcanzaré mis sueños metido en este triste laboratorio. La vida es ensayo y error, es cierto. Y yo ya tengo mi teoría definitiva.

Por aquí sigue haciendo el mismo frío de siempre. Espero que puedas venir lo antes posible. Deseo caminar de nuevo contigo por las heladas calles del centro y cenar en ese restaurante con vistas al río.

Junto a esta carta, te mando un recorte de una entrevista que me hicieron para el periódico de los alumnos de segundo curso del instituto del hijo de Erik, mi compañero.

Un abrazo y un beso enorme.

Tuyo siempre

Ernest.





Escuchando: Codex - Radiohead

jueves, marzo 17, 2011

Plataformas

Algunos días preferíamos quedarnos todo el tiempo en casa. Hacía un sol radiante fuera. Veíamos películas desconocidas una detrás de otra. Sorbíamos helado derretido tirados en el sofá. Esos días eran largos, como si las horas se estiraran y la noche tardara en llegar mucho más tiempo de lo normal. Entre película y película, tú me contabas cosas acerca de plataformas petrolíferas como islas perdidas. Habías leído que por dentro eran como una ciudad, que tenían vida propia. Ciudades flotando en mitad de la nada azul. Alguna vez viviré en una de ellas, decías. A mí todo aquello me parecía muy evocador. Aún hoy me lo parece. En ocasiones, te levantabas del sofá y, sin decir nada, salías por la puerta para no volver en muchos días. Durante ese tiempo de ausencia, yo te imaginaba en una de aquellas plataformas petrolíferas. Sentada en alguno de los bordes, con los pies colgando en el vacío, el viento sacudiendo tu pelo. Debajo, un inmenso y amenazante mar verdoso chocando contra las enormes piernas oxidadas que sujetan esa ciudad perdida. Entonces casi podía ver como las gotas de salitre salpicaban y planeaban hasta humedecer tus labios.

Siempre supe imaginarte mucho mejor que tratarte.




Escuchando: Los amores reñidos - Sr. Chinarro

viernes, marzo 11, 2011

Revelaciones

Sumido en el calor de aquella sartén llena de arena descubrí que tú no eras lo que yo había estado esperando. Las revelaciones son así de caprichosas, llegan en el momento más inoportuno, en el lugar menos adecuado. Sólo pensar en salir del coche y enfrentarme a aquel terrible desierto para cambiar un neumático me hizo marearme. Todo me daba vueltas y tú me estabas hablando de algo que ahora no consigo recordar. En ese momento odié Atacama, el maldito día en que decidí hacer ese viaje y, sobre todo, te odié a ti. Fue algo repentino, un fogonazo de auto sinceridad. Un impacto. Te odié como nunca había odiado a nadie. Allí, perdido en mitad de una carretera achicharrada por el infierno que era aquel desierto, no había dudas, todo era cristalino. Ahora diré que la culpa la tuvo aquel horrible calor, pero sé que no es verdad. Se trató, más bien, de aprovechar la oportunidad. Una revelación así no se tiene todos los días. Y, además, quién va encontrar alguna vez tu cuerpo en ese inmenso océano de arena.




Escuchando: I'm waiting for the man - Lou Reed

martes, marzo 08, 2011

1999

Aún te veo corriendo por aquel descampado con suelo de cemento. Detrás del viento. Intentando capturarlo. No había nada por detrás ni por delante, sólo aquel instante. Lo puedo recordar, como si viera una escena rodada a cámara lenta, en blanco y negro. Y un primer plano tuyo, los ojos negros, mirada pícara. En ese momento no era consciente de que la vida no me iba a volver a ofrecer algo parecido. Después vino todo lo demás. Las palabras desde mi interior, en carne viva, imposibles de controlar. Y tu silencio, y tu cabeza negando. Una sola vez, pero tan definitiva que a mí me parecieron mil. Finalmente, el descampado vacío, frío. Aislado del resto del mundo. Una isla en la que permanecer.

Y hoy, tanto tiempo después, he pasado por allí. Tan cambiado. Ya no es frío, ni solitario. Entre los coches aparcados he buscado aquel espacio, el más alejado de la carretera. Ese metro cuadrado que hicimos nuestro. Y las he visto. No lo esperaba, pero ahí estaban. Dispuestas a guardar el pasado, a protegerlo. Aquellas cinco palabras que fueron talladas torpemente en el cemento fresco: Que sea cierto el jamás.



Escuchando: Parte de lo que me debes - Los Planetas

viernes, marzo 04, 2011

Hilo

Hubo un momento en que hubiera matado por una oportunidad para lograr subirse a un tren. Un tiempo en el que esperó tranquilo, confiado, sin perder la esperanza en cada una de las estaciones que fue encontrando. Con el tiempo aquellas ilusiones se fueron diluyendo por la falta de sitio y fue quedando un poso de urgencia. La sensación de que la cadencia de los trenes era cada vez menor y que urgía conseguir un billete. Todo aquello le creaba un vacío en el estómago que se iba haciendo más y más grande. Pero logró mantener un hilo de paciencia, ése que le atara al último tren, sentado en bancos metálicos contemplando las frías vías. Ese hilo se fue desgastando poco a poco, debilitándose, en cada estación desierta, en cada horario sin cumplir. Ya no existían las oportunidades. Hasta que sólo hubo raíles oxidados por los que caminar.



Escuchando: 1999 - Love of lesbian

martes, febrero 22, 2011

Aliento

Ya no hay nada en esa casa a lo que tener cariño. Cosas inertes, vacías de significado. Alejadas ya de lo que fueron en otro tiempo y de lo que significaron. Curioso experimentar la sensación de estar en un lugar conocido y desconocido a la vez. Sensación de que ahora toca reinventarlo todo o dejarse vencer. Ya ni siquiera la luz se refleja igual sobre las cortinas blancas; definitivamente la luz es otra. Y hay partes que ya no pisa, clausuradas por la ausencia, frías e inhóspitas, pobladas por sombras cuyos latidos se escuchan de madrugada, cuando ya nada está en calma. La persiana rota, descolgada de lado, apenas deja entrar leves brillos exteriores a través de sus agujereados listones. Vacío. No se le ocurre otra palabra mientras piensa en todas las vidas que habitaron allí y que ahora no son más que un frío recuerdo. Pensamientos a los que frena en seco el aliento helado que se arrastra desde el pasillo, desde lugares que ya sólo puede imaginar.



Escuchando: Glass onion - The Beatles

jueves, febrero 03, 2011

Espejo

Y ni yo te pedí idolatrarte ni tú me dejaste hacerlo. Ocurre cuando dos materias no mezclan, se separan poco a poco hasta que se convierten en dos mundos sin conexión, sin alma. Me plantaba frente al espejo, desnudo, e intentaba mirar como tú, con esa profundidad mareante. Pero sólo veía mediocridad e inseguridad. Muchas veces captaba la esencia y lograba armar una explicación, pero apenas duraba dos segundos en mis manos antes de estamparse contra la pared. Y volver a empezar. No es que no siguiera tus pasos, es que tú ibas subida en ese tren que atraviesa las heladas estepas y yo en un seiscientos color verde melón. Terminé por venderlo como chatarra para comprar un billete, pero entonces oí que te habían visto en El Prat. Y otra vez frente al espejo. Supuse que era cuestión de velocidad, de ritmos. Ya no lo tengo tan claro, aunque sigo yendo con el espejo a todos lados. Un metro de alto, cristal trabajado con florituras en las esquinas. No hay ni un momento que no vaya bien peinado. Pese a la velocidad.




Escuchando: Helter Skelter - The Beatles

jueves, enero 20, 2011

Y qué si no...

Siempre sentí envidia del aire que respirabas. Siempre fui inseguro. Y temí volar demasiado alto por miedo a electrocutarme. Si todo fuera cerrar los ojos, yo habría podido. Créeme. Recuerdo porque no tengo más remedio, porque es inevitable, porque no consigo que existan los vacíos. Tú eres un tiempo muerto. Y mucho antes de ver aquella película yo ya soñaba con eliminar mis recuerdos. Era mi guión. Pero, como tantas otras veces, quedó inconcluso.

Siempre hay que quedarse con algo. Te obligan. Y qué si yo no quiero guardar nada. Y qué si yo opto por soplar y que desaparezcan todos. Eso también era parte del guión. Quedarse con algo va forjando tu carácter, dicen. Otra imposición. Quién quiere carácter; para qué. Mi carácter se marchó en aquel plenilunio veraniego sin más gestos que un adiós forzado con la mano. Y qué si no quiero uno nuevo.

Te hablo porque nunca supe, ni sé, hacer otra cosa. Nunca he creído en nada salvo en aquel fondo de tus ojos. Desde entonces he dejado de mirar en todos los sentidos. A veces escribo; otras simplemente te cuento cómo fue el día. Otra rutina más. Y en ocasiones pierdo el hilo y tardo en recordar que no hay tú, ni yo, ni nada.

Y qué si no…




Escuchando: No cars go - Arcade Fire

lunes, enero 10, 2011

Cuentos

Que de tanto inventarte he convertido mi vida en un cuento. Que de tanto imaginar cómo sería he terminado por vivir desconectado. Es lo que tienen las idealizaciones, las historias de almuerzos a base de perdices. Te hacen perder pie. Ni habrá ese momento, ni habrá ese lugar. Cierra los ojos y aparece; ábrelos y verás que los trileros dominan el mundo. No por más soñar amanece más temprano. Así que sólo están los polvos mendigados y las tardes de contemplación. Sin más. El resto son blancanieves y bellas y bestias. Y, la verdad, estamos todos ya muy mayores para esas cosas.



Escuchando: Mr. Hat - Sexy Sadie
Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.