viernes, octubre 02, 2009

Doble rasero

Ray sigue sin entender muchas cosas. Claro que, como dirían sus viejos profesores, nunca ha sido demasiado espabilado. Le choca que haya mucha gente defendiendo a un hombre que violó con alevosía a una menor de edad hace 32 años. Se pregunta, no sin cierto aire dubitativo, cómo es posible que haya violadores buenos y violadores malos. Al fin y al cabo, agredir sexualmente debería ser lo mismo en Sebastopol que en Estados Unidos. Quizás el problema venga de otro sitio, piensa Ray, del lugar que ocupa cada uno en el universo social. Es decir, a lo mejor es que si un hombre de la cultura viola a una menor, eso no debe ser visto como un delito, sino como el fruto de una infancia desgraciada y dolorosa. Pero, al final de esta reflexión, a Ray le parece tremendamente injusto que a un violador corriente, digamos un panadero, se le quiera aplicar, y con razón, todo el peso posible de la ley y a otro, simplemente por dedicarse a otro oficio, no sólo no se le quiera aplicar la ley, sino que además se le defienda a capa y espada escudándose en las formas, en la procedencia de aquél que quiere hacer justicia.

Ray siente que algo se le escapa, que hay algún trasfondo que no ha captado y que, espera él, sirva para explicar que gente brillante, grandes personalidades de la cultura, defiendan a un hombre que violó a una niña de 13 años, que pongan ciertas razones por delante de la justicia. ¿Acaso la ley no es igual para todos?, más allá de la política, la religión, la nacionalidad. ¿No está la justicia por encima de absolutamente todo? A Ray las dudas le han vuelto a amargar el primer café de la mañana.


Escuchando: For what it's worth - Placebo
Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.