miércoles, agosto 22, 2012

Coyote

La paciencia es un bien valioso pero escaso. Eso piensa mientras se tumba en la cama y aprieta el botón de encendido del mando a distancia. En la televisión aparece un viejo episodio del Coyote y el Correcaminos que no ha visto. Encuentra gracioso que, como en su propia vida, eso importe poco porque, al fin y al cabo, ya conoce el final. Mientras apura el vaso de whisky desea con todas sus fuerzas que el dichoso bicho con alas se rompa una pata o tropiece con una de esas rocas que salpican el camino y, de una vez por todas, el Coyote consiga comérselo, sin concesiones, con violencia, haciendo justicia por fin. Pero sabe que no será así porque hay finales escritos que no se pueden cambiar, que son invariables pase el tiempo que pase. Así que se levanta y se sirve otra copa.



Texto publicado en el diario Sur 


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