miércoles, mayo 23, 2007

Descalza

Y mentiste cuando dijiste que los sentimientos son inofensivos. No, no es así. Son rápidos y traicioneros. Siempre se me adelantan. A mí, y a ti también. Aunque lo niegues, aunque prefieras pasearte por esas plazas del centro, descalza y bailando, como si de verdad nada te preocupara, como si flotaras sobre todo, sobre todos.
Y yo me lo creía. Prefería pensar que si te acompañaba en tus vuelos sobre jardines y dormitorios, todo desaparecería, o más bien se volvería de la forma que yo quería. Con bares y música de Radiohead.
Sin embargo, y como cabía esperar, todo se terminó por difuminar. Como las rayuelas en el suelo cuando llueve. Y tú continuaste descalza, pero yo tuve que calzarme esos zapatos tan pesados como tres vidas y tuve que abandonar los sueños para encarar nuevas pesadillas. Es así como se escribe la historia. Al menos, la nuestra. Porque la tuya hace tiempo que es difícil de acotar. Se perdió entre tejados a dos aguas y libros de Nietzsche.


Escuchando: Paranoid - The Sunday Drivers

jueves, mayo 03, 2007

Dolor

-¿Estás casado? ¿Tienes hijos?
-No.
-Vaya, hubiera apostado por ello.
-No, no los tengo. Y no es nada casual, sino totalmente meditado. Es una elección. Simplemente, le tengo mucho respeto al miedo.
-¿A qué te refieres?
-Pues eso. Supongo que se resume fácilmente en que no me siento capaz de enfrentarme al miedo de perder a mis personas queridas.
-¿Y por eso prefieres no tener a nadie?
-Exacto.
-Perdona si te ofendo, pero me parece cobarde.
-Bueno, supongo que puede ser así. ¿Alguna vez te has planteado lo que tiene que doler perder a tu mujer, a un hijo? Y no te hablo de edades avanzadas o enfermedades que te van preparando. Me refiero a un golpe repentino, traidor.
-Yo he perdido gente cercana y no creo que la solución sea extinguir la especie.
-Mira, yo perdí a mi abuelo. Murió de repente. Era mayor, sí, pero estaba como una rosa. No tenía ni un achaque y su vitalidad era a prueba de bombas. Pero, un buen día, dijo adiós y se fue para siempre. Supongo que fue entonces cuando lo decidí. Me dolió tanto, fue una sensación tan horrible, que caí en la cuenta de que sería muchísimo peor con un padre o una madre. Me bastó con ver al mío aquellos días para comprenderlo.
-Pero el hecho de tener un hijo, de compartir la vida con alguien, conlleva tantas cosas buenas que merece la pena jugársela.
-Sí, supongo que ésa es la opinión de la mayoría de la gente. Pero no la mía. El planteamiento de perder a un padre me llevó a extenderlo más allá. Al momento de crear tu propia familia. No sería sino aumentar las probabilidades. Una mujer, un hijo, ¿para qué elevar la posibilidad de dolor? Al final, siempre llega la pérdida y la desesperación. Otra vez el vacío. Y yo, sinceramente, no soportaría tanto dolor ni tanta ausencia.



Escuchando: Fat children - Jarvis Cocker
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