viernes, noviembre 30, 2012

Segundos que no vuelven

Este segundo, que pasa y que no vuelve. Y la certeza de ello. Tanto miedo. Un avión por encima de mi cabeza, ahora mismo, mudo, hacia el horizonte. Y el miedo otra vez, a perder los pasos, a no hallar las migas de pan. A perderme. Y el segundo que nunca va a volver. Nunca. Y las preguntas acribillando la gélida tarde. La inseguridad por no saber si he andado las sendas correctas. Por no saber si quizás debería ir en ese avión o en tantos otros que despegaron y aterrizaron. El frío congelando mis dedos. Y ningún camino marcado que seguir. En vía muerta. Los demás no. El resto con sus semáforos y sus señales y sus copilotos. Una comarcal junto a miles de autopistas. Cerradas. Tanto frío.



Escuchando: Kamikazes enamorados - Quique González

lunes, noviembre 05, 2012

Cuestión de tiempo

Los días en que las lágrimas son valientes pasan lentos como trenes nocturnos. Es lo que pienso mientras observo como la niebla se apodera del rascacielos. Atardecer helado. Cuesta dar el siguiente paso mientras el frío te agarra del cuello. Justo allí, tanto tiempo atrás, yo miré ese mismo enorme bloque de acero y prometí volver con la vida en el bolsillo. El fracaso es como ese plato que odias cuando eres niño y que te está esperando a la mañana siguiente, acabas comiéndotelo. Es sólo cuestión de tiempo, decías. Decían. Pero no, las manecillas comienzan a anudarse a tu cuerpo, como constrictoras perezosas, convirtiendo cualquier movimiento en pesado y lento. Y ese reloj que corona el gigante metálico, ahora enterrado en vapor de agua, no corre, sino que vuela en una dirección totalmente opuesta a la que vosotros, todos vosotros, me dijisteis que lo haría.



Escuchando: The base - Paul Banks

martes, septiembre 18, 2012

La noche y un avión

Está allí, de noche, junto a la piscina medio vacía. Cientos de hojas secas sobre la superficie oscura. El neón parpadeante tiñendo los reflejos del agua de diversos colores. La manta bien ajustada sobre los hombros. Balanceando la silla apoyada en sus dos patas traseras. La luna llena, precisa, más amarilla que blanca. Permanece así hasta que ve pasar el avión sobre su cabeza. Una cruz metálica desafiando la gravedad. Parece mentira, piensa, que la distancia sea un monstruo tan feroz. Y, sin embargo, quedarán tantas imágenes arañadas en la piel. Y serán de las que se pueden volver a mirar, de las que permiten un repaso cualquier domingo por la tarde, cuando el sol comienza a esconderse y le pega a uno una patada en el estómago. Se queda con eso mientras ve cómo el avión termina por difuminarse en el negro plateado de la noche. Se queda con la idea de que los aviones, como los pájaros, emigran para luego retornar.



Escuchando: The woman in you - Ben Harper

martes, septiembre 04, 2012

Oporto

Oporto es un plano picado, un descenso sin retorno posible. Oporto eres tú y tu pelo azotando las mejillas. Es una tarde de otoño pintada con toda la escala de grises. Esa ciudad erguida, siempre en equilibrio, jugando a que los edificios se balanceen y vuelvan a su sitio. Esperando el soplido definitivo. Oporto es un paseo nostálgico a la orilla del río, mirando su negrura, observando su belleza. Es un camino de hierro sobre las alturas, suspendido frente a muros de colores desteñidos por la lluvia. Es la ciudad de un adiós y de un todo volverá a ser igual, de una cuesta inmensa e interminable, oscura como boca de lobo. Oporto es eso y mucho más. Tantas cosas como misterios esconden sus calles. Oporto es la cicatriz que todos quisiéramos tener.



Escuchando: Hold you in my arms - Ray LaMontagne


miércoles, agosto 22, 2012

Coyote

La paciencia es un bien valioso pero escaso. Eso piensa mientras se tumba en la cama y aprieta el botón de encendido del mando a distancia. En la televisión aparece un viejo episodio del Coyote y el Correcaminos que no ha visto. Encuentra gracioso que, como en su propia vida, eso importe poco porque, al fin y al cabo, ya conoce el final. Mientras apura el vaso de whisky desea con todas sus fuerzas que el dichoso bicho con alas se rompa una pata o tropiece con una de esas rocas que salpican el camino y, de una vez por todas, el Coyote consiga comérselo, sin concesiones, con violencia, haciendo justicia por fin. Pero sabe que no será así porque hay finales escritos que no se pueden cambiar, que son invariables pase el tiempo que pase. Así que se levanta y se sirve otra copa.



Texto publicado en el diario Sur 


viernes, julio 20, 2012

Oslo

Aquel verano en Oslo pasó como un relámpago. Y después sólo quedó aquella luz helada. Los atardeceres limpios. No quedó nada, en realidad. Porque, ¿quién sigue repasando los perfiles de las pisadas que hemos ido dejando? Desaparecen. Ni siquiera tatuamos nuestras iniciales en un árbol –Norwegian Wood-. Son sólo recuerdos afilados para mantenerme despierto porque, en el fondo, sigo creyendo que la suerte tiene los frenos gastados, se te puede cruzar en cualquier esquina, cualquier noche, a cualquier hora. Y yo mirando todas esas luces, desde tan arriba, desde tan lejos. Allí, la palpitación incesante; la llamada de la selva. Oslo está a mis pies y yo, con las venas vacías, busco el brillo de tu figura, seguro de ser capaz de reconocerte entre un millón de ellas. La vida se conquista con actitud.



Escuchando: Pyramid Song - Radiohead

jueves, mayo 31, 2012

Como la noche

Ya no me gusta cómo huele aquí. Aquella mirada captada entre centenares de ojos. Ese instante. Esa punzada. Cómo expresar el desengaño, el vacío, que se siente ahora, cuando termina de picar en el pecho. En el barrio ya nadie habla de aquellos extraños pájaros negros. Se fueron. Ni ellos dejan ya sus pequeñas marcar sobre la oxidada barandilla. Yo siempre he sabido que los pájaros pueden matar. Al menos a ti y a mí. El otro día tuve la tentación de marcharme y dejar la puerta abierta. Al volver habría alguien, seguro. Y con eso me hubiera bastado. La pintura se descascarilla dejando pequeños cráteres por todas las paredes. Me agobia pensar que se harán tan grandes que terminarán por engullirme. Como la noche a aquellos pájaros. Como la noche a ti.



Escuchando: Segundo asalto - Love of lesbian

jueves, mayo 24, 2012

Engaño

Probablemente ninguna de aquellas que aparecen en las fotos eres tú realmente. Si las lanzara al aire ninguna caería boca arriba, estoy convencido. Hay veces que las cartas están todas marcadas desde el comienzo y la partida es una trampa en sí misma. El problema radica en lo difícil que resulta descubrir los trucos, las mangas demasiado anchas, las dobles barajas. El engaño habita en tantos recodos. Y en un momento determinado del camino hacer que lees el periódico para no admitir que no ves aquello que todos ven menos tú. Susurros en cada esquina colocándote unas orejas de burro bien grandes. Un tonto el que lo lea en el muro de tus lamentaciones. Y así las sucesivas vueltas a un tiovivo que nunca gira alrededor del mismo eje. Aunque lo ponga. Aunque sean las reglas.



Escuchando: Beautiful boy - John Lennon

lunes, mayo 21, 2012

Ahorcado

Está colgado en el kilómetro número tres de la carretera que va hacia el mar. Permanece ahí, con una gruesa cuerda atada al cuello, oscilando al capricho del viento, con los pies descalzos. El árbol es grande, enorme, de ramas muy largas como brazos. Aún es de noche y nadie ha podido ver todavía ese cuerpo suspendido en el aire, la lengua partida asomando a medias por esa boca que no es más que una fina línea. Al otro lado de la carretera estoy yo, observando la escena, como el director que permanece tras la cámara viendo los movimientos de sus actores. En realidad ya he visto la película. Entera. Ahora sólo espero la secuela, que va a llegar conforme la iluminación vaya inundando el escenario. Cuando llegue el nuevo guión.



Escuchando: Alone - Ben Harper

martes, abril 17, 2012

Monstruos (recordando)

Ella piensa que son sus ojos. Que le duele porque le mira, porque fija sus pupilas hasta que supuran los lagrimales. Y muchas noches no puede dormir y abraza fuerte la almohada mientras un miedo atroz le agarra los tobillos. Lo recuerda bien, las noches en aquella casa de enormes ventanales, cuando estrechaba con fuerza su muñeca para que el monstruo del armario no se la llevara y la dejara allí sola, perdida otra vez. Ahora es igual y la respiración le traiciona cuando está lejos, cuando sus pupilas no pueden hacer blanco. Porque una foto no es lo mismo. No lo es. Sabe que llorar para no llorar no tiene buena pinta, igual que el miedo a perder para no perder. Pero no lo puede evitar porque cree que el monstruo ya no habita en aquel armario y puede estar en cualquier lugar, acechando su felicidad, esperando para arrancarle el nuevo hilo que la ata al mundo.



Escuchando: No más lágrimas - Héroes del Silencio

miércoles, abril 04, 2012

Gélido

¿Alguna vez te han abrazado al caer el sol?, preguntas, tiritando de frío. ¿Quisiste alguna vez coleccionar tantas plumas como entraran en tus manos abiertas de par en par? Yo quise y me lo prohibieron. Tiritas. Quizás no de frío. Alguna vez pretendí rodearme de gente, pero terminé por elegir el espacio, el vacío. Y duró, duró más de lo que hubiera adivinado. Tanto que se convirtió en yo, y ahora no hay más hacia dónde mirar. Tiritas como nadie que yo haya conocido ha tiritado jamás. Creí tener la conciencia sobre mis hombros, pero no hacen más que mentirte, ¿sabes? Son medias verdades escondidas entre los destellos del sol. Es un oír para no escuchar. Tu cuerpo es una hoja en mitad de un huracán. Como querer pintar de rojo todas las paredes y terminar tirándolas. Como reconocer, al fin y al cabo, que tu vida no pertenece a nadie. Ni siquiera a uno mismo.



Escuchando: Jesus fever - Kurt Vile

viernes, marzo 23, 2012

Pegatina

Era como una pegatina de esas que llevan tanto tiempo en el cristal que han perdido su color. O así al menos me sentía en aquella enorme llanura llena de polvo. Dábamos dos pasos y estábamos fuera, hundidos en la arena, azotados por la metralla que escupía el viento. Alguna vez había oído decir que era este ambiente, que nadie podía permanecer al margen siempre. Así que estaba esa actitud de resignación; la sensación de jaula con barrotes de arena. Qué más daba, la vida tenía límites y nadie había escrito sobre lo que estaba al otro lado.



Escuchando: No one knows - Queens of the stone age

martes, febrero 14, 2012

Ser y no estar

Yo soy el que llega tarde a todas las oportunidades. Yo soy el que ve siempre partir al tren, con su chirrido metálico y su bocina de bicicleta. Yo soy el pañuelo agitándose al viento mientras piensa que otra vez será, que habrá más trenes. Yo soy el deseo y las ganas de ir junto a la ventanilla, disfrutando del paisaje, pero, sobre todo, de la compañía. Yo soy horas y horas en el banco de madera del andén, diciéndome a mí mismo que es solo cuestión de tiempo. Yo soy el que observa, abstraído, ausente, el enorme reloj circular con sus dos soldados persiguiéndose. Yo soy el que una y otra vez olvida el pasaporte en el cajón de la mesilla. Yo soy una suerte de Bill Murray condenado un día tras otro a esperar el mismo tren. Yo soy la repetición de un fracaso, de una concesión, que se perpetúa en un bucle sin final conocido. 



Escuchando: La ciudad del viento - Quique González

martes, enero 24, 2012

Zumbido

Habías llegado muy tarde y yo fingía dormir sobre la sucia cama sin deshacer. Te habías deslizado dentro de la habitación, apenas interrumpiendo el continuo zumbido del cartel de neón. Había llorado toda la noche pensando en ti, en lo que había pasado horas antes. Y ahora ni siquiera tenía fuerzas para levantarme. Tantas cosas que decir. Te miraste en el sucio espejo de la habitación, bañada a medias por la luz verde de fluorescente, y pude vislumbrar un leve brillo en tu mejilla, fugaz pero real. No te habías quitado el abrigo, como el que va de paso, y supe que esa noche no ibas a dormir junto a mí; esa noche no. Permaneciste allí, de pie junto al espejo, el suficiente tiempo como para que sintiera un miedo inconsolable, un terror que me erizó la piel. Un tiempo que no sabría cuantificar, pero que fue un simple suspiro para mí, hundido en un cenagal de pavor y reproches, incapaz de pensar. Mientras sacabas tu maleta de aquel triste armario, tuve la absoluta certeza de que iba a ser incapaz de moverme, ni tan siquiera de hablarte. Ni un solo gesto; los ojos entreabiertos. Te acercaste de nuevo hasta la puerta, despacio, casi levitando, y yo moría por ver si te despedirías, si acaso mirarías una última vez a quien fue lo que siempre quisimos ser, pero incapaz de mover la cabeza, de ganar ángulo, retenido por la cobardía. Ni siquiera entonces cesó el zumbido.



Escuchando: Passover - Joy Division

lunes, enero 16, 2012

Idealizar

Me gustaría hablar de aquellas tardes en el desierto. De las horas y horas junto a la vieja central eléctrica. Del agobio compartido y los planes que quedaron cubiertos por la arena. De las confesiones con un nudo en la garganta. Me gustaría pero quiero se fiel a todo aquello. Hay cosas que pierden su naturaleza si las dejas salir; se corrompen en cierto modo. Cuando dejan de ser pensadas para ser dichas, se transforman en otra cosa. Y yo quiero que tú seas tú y nada más. Con los mismos escenarios y los mismos actores de reparto. Yo quiero que seas mi recuerdo y de nadie más. Porque quizás si te dejo salir se me caiga un mito.



Escuchando: Like a stranger - Bodies of water

lunes, enero 09, 2012

Dibujos que son vidas

Cuando las lágrimas ya no son más que pequeñas pecas brillantes sobre tus mejillas, te giras y clavas tus ojos en el horizonte. -¿Sabes?, de pequeña yo dibujaba escenas sobre cómo quería que fuera mi vida. Allí había un precioso ático con mucha luz, un perro a los pies de la cama, un escritorio lleno de libros, un niño rubio sobre un columpio, un hombre ideal…-. Mientras vas enumerando, yo puedo ver las instantáneas, una a una, con claridad. -Ya hace tiempo que no dibujo, se me daba bien, ¿sabes? Mi madre me decía que quizás algún día podría ganarme la vida con ello. No ha quedado nada-, dices casi en un susurro mientras bajas la mirada hacia el barro que comienza a la altura de tus pies. -Ni siquiera quise eso. Ni lo supe ni lo sé-. Te dejo hablar por cobardía, por incapacidad. –Ahora, ni siquiera sabría dibujar un solo sueño-. Cierro los ojos mientras dibujo con los labios un silencioso Yo tampoco.



Escuchando: De viaje - Los Planetas
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