martes, enero 24, 2012

Zumbido

Habías llegado muy tarde y yo fingía dormir sobre la sucia cama sin deshacer. Te habías deslizado dentro de la habitación, apenas interrumpiendo el continuo zumbido del cartel de neón. Había llorado toda la noche pensando en ti, en lo que había pasado horas antes. Y ahora ni siquiera tenía fuerzas para levantarme. Tantas cosas que decir. Te miraste en el sucio espejo de la habitación, bañada a medias por la luz verde de fluorescente, y pude vislumbrar un leve brillo en tu mejilla, fugaz pero real. No te habías quitado el abrigo, como el que va de paso, y supe que esa noche no ibas a dormir junto a mí; esa noche no. Permaneciste allí, de pie junto al espejo, el suficiente tiempo como para que sintiera un miedo inconsolable, un terror que me erizó la piel. Un tiempo que no sabría cuantificar, pero que fue un simple suspiro para mí, hundido en un cenagal de pavor y reproches, incapaz de pensar. Mientras sacabas tu maleta de aquel triste armario, tuve la absoluta certeza de que iba a ser incapaz de moverme, ni tan siquiera de hablarte. Ni un solo gesto; los ojos entreabiertos. Te acercaste de nuevo hasta la puerta, despacio, casi levitando, y yo moría por ver si te despedirías, si acaso mirarías una última vez a quien fue lo que siempre quisimos ser, pero incapaz de mover la cabeza, de ganar ángulo, retenido por la cobardía. Ni siquiera entonces cesó el zumbido.



Escuchando: Passover - Joy Division

No hay comentarios:

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.