lunes, mayo 25, 2009

Memoria

Si pudiera elegir, sería una fotografía, dijiste casi en un susurro. Aquel día yo ya sabía cuál era el futuro, así que no me pareció una idea tan descabellada. Serías una fotografía. Ahora, años después, lo eres. En algún sitio, quizás en ese libro de Hornby o en el cajón del mueble de la tele. En blanco y negro, en una calle del centro. No recuerdo el momento, pero sí el lugar, frente a aquel bar al que tanto solíamos ir porque ponían nuestra música. El resto apenas se dibuja en mi memoria. Quizás lo haga el día que, buscando algo, me tope con ella de nuevo y todo me parezca aún más extraño, más ajeno. Como si yo no hubiera enfocado y no hubiera apretado el botón. Como si yo no hubiera estado nunca allí, en esa calle, esa tarde, contigo, temblando. Quizás, en ese momento, llegue a la conclusión de que sólo se trata de una imagen recortada de una revista y conservada por azar.


Escuchando: Alive - Pearl Jam

miércoles, mayo 06, 2009

Suddenly

De pie, en mitad de la plaza, Pablo observa el cartel con una mezcla de melancolía y envidia. Este fin de semana tocan en el barrio. Levanta la vista y el sol le daña los ojos, tanto que necesita cerrarlos por un instante. Lo justo para que, desorientado, sienta un golpe seco en el brazo. Al abrirlos, frente a él, en el suelo, hay un niño tendido. A su lado una bicicleta a la que aún se le mueven las ruedas. A Pablo las fuerzas le abandonan y cae de rodillas muy cerca del niño, inerte sobre las gastadas baldosas. Un hilillo de sangre recorre su frente.

Sentados uno frente al otro, en el banco de siempre, en la plaza. César intenta retirar el mechón de la frente de Eva, como ha hecho siempre desde hace tanto tiempo que ni se acuerda. Sin embargo, esta vez no le deja y ladea su cabeza para esquivar su mano en un gesto inequívoco. Intenta encontrar sus ojos, pero ella los esconde mirando a un caniche blanco que ensucia con sus excrementos la estatua que domina la plaza. César toma aire y se dispone a lanzar los dardos que necesita la situación, pero un ruido metálico seguido de un golpe amortiguado le interrumpen.

Claire se levanta y cambia el CD. Ahora son Interpol quienes llenan el pequeño apartamento. Pone hielos en el vaso y se sirve otro vodka. Son las seis de la tarde. La mesa está llena de cartones de pizza, plásticos vacíos y ceniceros llenos de colillas. La luz se filtra con problemas a través de los listones de la persiana. Entonces un mal presentimiento se asoma a su cabeza como el reflejo de un arrepentimiento. Sube la persiana. En la plaza, un grupo de gente se arremolina formando un círculo. El vaso cae al suelo y se parte en mil pedazos. Por un instante, la voz de Paul Banks se convierte en una letanía.


Escuchando: Pedalpusher - Stereophonics
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