martes, agosto 31, 2010

Berlín

Cuando la realidad se enfrenta con la imagen que uno se ha hecho de ella, la primera suele imponerse de un modo incontestable, a veces desconcertante. Uno se imagina todo lo que han vivido esas calles, la cantidad de recuerdos y horrores que se esconden en cada portal, en cada muro agujereado. Y siente que cuando pise esos adoquines, el corazón se le estremecerá, vivirá una experiencia demoledora, irreversible. Así que en el momento en el que te encuentras allí, de pie, contemplando todas esas señales que recuerdan el horror, y ves que nada ocurre, que es otra calle más, que los muros son muros y los portales son portales, como cualquiera, y eso es todo, comprendes que la realidad, aparte de no tener escrúpulos, es esclava del tiempo y su tiranía.



Escuchando: Barricade - Interpol

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