Cuando abriste los ojos todo el hielo que quedaba se
derritió. De repente, como si lo calentara un sol tan grande y cercano que no
permitiera el frío. Fue una de esas cosas que uno guarda como un tesoro, de por
vida. Desde entonces han pasado muchos inviernos y yo siempre he echado de
menos ese calor, esa sensación de estar detrás de un ventanal calentado por el
sol, mientras fuera el mundo es pura escarcha. El hielo regresó y no he conseguido
volver a encontrar nada que me temple de esa manera, espontanea, sincera. Todo
ha vuelto a ser frío. Y los días, cada vez más largos.
Escuchando: Flatlands - Mark Lanegan
No hay comentarios:
Publicar un comentario