Nacer una noche de diciembre cuando lo que de verdad uno
necesita es resucitar. Contemplar el techo de la habitación como si en realidad
fuera un paisaje desconocido. Nacer, de todas maneras, con las mismas heridas
con las que se murió. Todo en un eterno retorno alejado de cualquier sentido. El
horizonte una persiana bajada. Múltiples pequeños rayos de luz filtrándose,
dibujando en la pared mi figura recortada, como la de un cadáver en la escena
del crimen. Permanecer allí por varios siglos y los que vendrán. Las sábanas
atadas a cada extremidad. Y mi boca sedienta de ti, hambrienta de ti, asqueada
de ti, desesperada de ti. Violentamente deseosa de ti.
Escuchando:
Fly as you might – Julian Plenti
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