La ciudad de noche. Faros brillantes la cruzan de punta a
punta. El frío congela todas las almas encerradas en ella. Mis manos
entumecidas apenas recuerdan ya tu tacto. Y ahora el viento peina cada brizna
de hierba. Quisiera ser uno de esos árboles, balanceándose, rítmicamente,
dueños de su porción de tierra. Sirenas rompen la calma de esta noche eterna
que no termina nunca de romperse. Echaría a correr sin rumbo, por las calles
desiertas, mis zancadas resonando en cada esquina. Pero mis piernas permanecen
clavadas en este maldito lugar. Cientos de ideas golpeando mis sienes; miles de
sentimientos golpeando mi pecho. En realidad no estoy aquí. Hay veces que
siento que en realidad nunca estuve aquí, que nada de aquello ocurrió. Ni
siquiera puedo recordar ya tu tacto.
Escuchando:
Begin the end - Placebo
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