viernes, febrero 01, 2008

Exposición

La sala no es muy grande. De paredes blancas y módulos separados, como marca la norma. A lo largo de ellas hay cuadros colgados. No más de tres por muro. Muy separados unos de otros. El ambiente es de un frío muy estudiado, a lo que ayuda mucho que los marcos sean del mismo blanco que la pared. El interior del cuadro ejerce de contraste. Ella pasea por la sala con su vaporoso vestido de flores. Un homenaje al verano. Camina a pasos lentos y delicados, como si flotara sobre el bruñido suelo. Sus sandalias de cuero lo acarician. Se detiene delante de todos y cada uno de los cuadros. Los estudia con mucha atención, torciendo su chata nariz cuando echa la cabeza hacia delante para no perder ni un detalle. En determinado momento se detiene más tiempo del que acostumbra delante de un cuadro, como si algo la hubiera fijado al suelo y no pudiera moverse. Es la fotografía del primer plano de un niño africano, rodeado de moscas, pero con una sonrisa absoluta, sin ningún tipo de concesión a la tristeza. Su rostro ilumina todo el blanco que le rodea. Los ojos de ella se clavan en los del niño durante un par de largos minutos, al cabo de los cuales, frunce el ceño, baja la cabeza y sale del recinto arrastrando los pies, con la espalda casi encorvada, como si sostuviera un peso que no es suyo.

Escuchando: Space between bodies - We are Balboa

2 comentarios:

Anónimo dijo...

empatía

Stones dijo...

Hay momentos, situaciones, que nos marcan y nos atraviesan y nos llegan muy muy dentro y nos despierta unos sentimientos muy hondos y muy fuertes...

Me gustan tus post. Tienen algo, no sabría decirte el qué, pero llegan..

saludos

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