Miré por la venta de la habitación de aquel hotel de cuatro estrellas, enorme como un gigante. Debajo, a cientos de metros, el mundo seguía girando. Las hormigas y sus coches mantenían su ritmo frenético. Volví a dejar caer la cortina y la estancia adquirió un nuevo juego de colores. El Director estaba sentado a la mesa. En uno de los laterales. En cada una de las cabeceras, dos sillas permanecían vacías. Me acerqué al botellero y me serví un whisky con hielo. Eché un vistazo a la puerta y me senté en el mullido sofá que presidía la pared este de la habitación. El Director leía el periódico ajeno a todo. Yo me sentía inquieto; tenía ganas de que todo aquello diera comienzo ya. Se estaba retrasando demasiado.
La puerta se abrió con un chirrido al que siguió un golpe sordo. Él entró en la habitación. Traje impecable, zapatos brillantes y sombrero de ala. Sin duda, verlo le hacía a uno replantearse sino sería mejor idea marcharse al zoo a ver a los monos. Se saludó cortesmente con el director levantando levemente su sombrero. Conmigo fue igual de educado.
Fuera, el cielo se cubrió repentinamente. De pie, otra vez mirando por la ventana, comprobé que la lluvia ya había empezado a caer y las hormigas corrían a refugiarse.
Me vino entonces a la cabeza una escena que había vivido por la tarde, hacía unas horas. Un hombre, bien vestido, probablemente un ejecutivo, comía solo en un banco. Pinchaba lechuga de una ensalada de ésas que vienen empaquetadas, como si fueran piezas para un motor. Pensé que yo nunca querría acabar así; tan solo. Fue la sensación que me dio. No sé por qué, imagine que él estaba comiendo solo porque no tenía con quién hacerlo, al igual que vivía en un piso de soltero en soledad y sacaba una sola entrada en la taquilla del cine. De nuevo, la cortina. Me estaban esperando.
Escuchando: The fear - Pulp
5 comentarios:
¿Qué tipo de obsesión tiene usted con los hoteles?
En realidad todos estamos solos y a ratos buscamos la compañía de otras personas. Todos somos una más de esas hormigas que se ven desde lo alto.
Un abrazo
Sus historias me recuerdan los poemas de Javier Cánaves. Sobre todo cuando aparecen los hoteles.
Pero me dejan con más interrogantes ¿el Director? ambos esperando a un hombre con sombrero ¿parte de un relato mayor? Porque apunta fuerte.
Muy descriptivo, y parece un fragmento de una novela... pero aún no conozco tu manera de escribir, claro.
Un saludo de vuelta! ;)
Pubertad divino tesoro
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