miércoles, mayo 06, 2009

Suddenly

De pie, en mitad de la plaza, Pablo observa el cartel con una mezcla de melancolía y envidia. Este fin de semana tocan en el barrio. Levanta la vista y el sol le daña los ojos, tanto que necesita cerrarlos por un instante. Lo justo para que, desorientado, sienta un golpe seco en el brazo. Al abrirlos, frente a él, en el suelo, hay un niño tendido. A su lado una bicicleta a la que aún se le mueven las ruedas. A Pablo las fuerzas le abandonan y cae de rodillas muy cerca del niño, inerte sobre las gastadas baldosas. Un hilillo de sangre recorre su frente.

Sentados uno frente al otro, en el banco de siempre, en la plaza. César intenta retirar el mechón de la frente de Eva, como ha hecho siempre desde hace tanto tiempo que ni se acuerda. Sin embargo, esta vez no le deja y ladea su cabeza para esquivar su mano en un gesto inequívoco. Intenta encontrar sus ojos, pero ella los esconde mirando a un caniche blanco que ensucia con sus excrementos la estatua que domina la plaza. César toma aire y se dispone a lanzar los dardos que necesita la situación, pero un ruido metálico seguido de un golpe amortiguado le interrumpen.

Claire se levanta y cambia el CD. Ahora son Interpol quienes llenan el pequeño apartamento. Pone hielos en el vaso y se sirve otro vodka. Son las seis de la tarde. La mesa está llena de cartones de pizza, plásticos vacíos y ceniceros llenos de colillas. La luz se filtra con problemas a través de los listones de la persiana. Entonces un mal presentimiento se asoma a su cabeza como el reflejo de un arrepentimiento. Sube la persiana. En la plaza, un grupo de gente se arremolina formando un círculo. El vaso cae al suelo y se parte en mil pedazos. Por un instante, la voz de Paul Banks se convierte en una letanía.


Escuchando: Pedalpusher - Stereophonics

5 comentarios:

Gominolas rojas dijo...

Historias interesantes y mágicas.
Mágico tu blog.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Magico tú. :-)

Anónimo dijo...

He visto sus fotos. Podría darme unas clases?

Clau

llanetes dijo...

Cuánto tiempo sin pasar por aquí. Un placer, como siempre.

Anónimo dijo...

Tres párrafos capaces de perforar el pecho y asentarse dentro de uno. Gracias por tus palabras.
Saludos,
Julieta

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