martes, noviembre 25, 2008

Gris


“Mi vida fuimos a volar con un solo paracaídas.
Uno solo va a quedar volando a la deriva”.


Una valla metálica que separa todo de la vía del tren. Dos raíles oxidados invadidos por la mala hierba, siempre húmeda por el rocío constante. Apenas pasa un tren al día, uno de mercancías, amarillo, lento, como perezoso. El maquinista siempre me ve asomado a este balcón, acodado en la barandilla. Me mira con desconfianza, sin simpatía. Un par de niños que sortean la valla a través de un agujero juegan a tirar piedras a las ventanas de mi destartalado edificio. El vagabundo, fiel a su cita, escarbando en los contenedores, amasando bolsas de basura con nombres de supermercado. Ávido por encontrar su mundo, perdido en las brumas líquidas. Quizás ahí esté la solución. Busco el mechero y enciendo un cigarro. Observo como las volutas de humo se mezclan con la neblina. Vecina constante. Más allá, en el horizonte, líneas de casas. Cientos, miles, de edificios fantasmagóricos rompiendo las nubes, como enormes gigantes de otra época imaginada. Tiempo por delante y por detrás. Detenido. Agobiante. Enterrado en vida. Una sombra acechando desde la barandilla. Una vida estrangulada por el gris.


Escuchando: Pequeño rock & roll - Quique González

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un texto agobiante e irrespirable, me ví humeándo la niebla y me falto el aire.

Saludos

R. dijo...

UF,agobiante a mas no poder,qué manera de describir sensaciones.


:*!

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