Está allí, de noche, junto a la piscina medio vacía. Cientos
de hojas secas sobre la superficie oscura. El neón parpadeante tiñendo los
reflejos del agua de diversos colores. La manta bien ajustada sobre los
hombros. Balanceando la silla apoyada en sus dos patas traseras. La luna llena,
precisa, más amarilla que blanca. Permanece así hasta que ve pasar el avión
sobre su cabeza. Una cruz metálica desafiando la gravedad. Parece mentira, piensa, que la distancia sea
un monstruo tan feroz. Y, sin embargo, quedarán tantas imágenes arañadas en la
piel. Y serán de las que se pueden volver a mirar, de las que permiten un
repaso cualquier domingo por la tarde, cuando el sol comienza a esconderse y le
pega a uno una patada en el estómago. Se queda con eso mientras ve cómo el
avión termina por difuminarse en el negro plateado de la noche. Se queda con la
idea de que los aviones, como los pájaros, emigran para luego retornar.
Escuchando: The woman in you - Ben Harper
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