Ella piensa que son sus ojos. Que le duele porque le mira, porque fija
sus pupilas hasta que supuran los lagrimales. Y muchas noches no puede
dormir y abraza fuerte la almohada mientras un miedo atroz le agarra los
tobillos. Lo recuerda bien, las noches en aquella casa de enormes
ventanales, cuando estrechaba con fuerza su muñeca para que el monstruo
del armario no se la llevara y la dejara allí sola, perdida otra vez.
Ahora es igual y la respiración le traiciona cuando está lejos, cuando
sus pupilas no pueden hacer blanco. Porque una foto no es lo mismo. No
lo es. Sabe que llorar para no llorar no tiene buena pinta, igual que el
miedo a perder para no perder. Pero no lo puede evitar porque cree que
el monstruo ya no habita en aquel armario y puede estar en cualquier
lugar, acechando su felicidad, esperando para arrancarle el nuevo hilo
que la ata al mundo.
Escuchando: No más lágrimas - Héroes del Silencio
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