Tumbado en la cama, la habitación en penumbra, forma con su cigarro aros de humo que ascienden hasta confundirse con la negrura. El silencio sólo es levemente roto por la respiración del cuerpo que duerme a su lado. Ahora tan extraño, tan ajeno. No se siente cómodo ahí, un cuarto que, de buenas a primeras, se ha tornado deprimente. Pero, en el fondo, él sabe que no es el lugar. No. Que lo que oprime sus sienes no es la ausencia de luz o el cuadro que a duras penas vislumbra en la pared, sino un sentimiento creciente y despiadado que comienza a rajarle el disfraz. La conciencia, más devastadora que nunca, de que es un traidor, de que todo aquello que elevó a la categoría de máxima yace ahora bajo sus pies, pisoteado. Apaga el cigarro y, al desparecer el pequeño punto rojo de su ascua, se sume en una tristeza total, incapaz no sólo de encontrar el camino, sino de ver alguno. Y todo porque ha abandonado el que trazó, se ha salido de él en pos de algo que sabe que es momentáneo y caprichoso. Egoísta. Algo que, además, le dejará sin brújula y, lo que es peor, vacío por dentro.
Escuchando: Down in the past - Mando Diao
4 comentarios:
¿Crónica de una infidelidad?
Muy bueno.
Saludos desde el Otro Lado
ufff...es una descripción arrolladora...
Siempre hay que sopesar las consecuencias que derivan de los actos. Y tener en cuenta si, realmente, 1, 2 o 3 horas de placer merecen la destrucción de una vida entera.
Un abrazo! =)
Qué intenso.
Me gusta tu forma de escribir.
Seguiré visitándote.
Un besho.
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