lunes, octubre 28, 2013

Crónico

El horizonte va mudando de color. Sentado en ese banco, contemplando la ciudad desde las alturas. La espina clavada. No sé hacerlo, se susurra a él mismo. No sé hacerlo. El estallido de colores pone el decorado perfecto. Hay sentimientos que se disfrazan de enfermedad crónica. Para estar siempre acechando. No sé hacerlo, se repite, y tiene ganas de gritárselo a esa ciudad que se ha vuelto tan turbia de repente. De gritar que no sabe cuál es la llave para salir. Pero tiene claro que el grito sólo tendría unos oídos como objetivo. Que es incapaz de referirse a nadie más. Y que ahí no iba a encontrar ninguna respuesta. Así que se vuelve a sentir dentro de un laberinto, consciente de que nunca encontrará esa salida que un día vislumbró pero que ya está tapiada para siempre. 



Escuchando: The greatest - Cat Power

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